Los trabajadores subcontratados por Repsol se juegan la salud para limpiar el vertido en la costa peruana
by alveo in
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24 by January by 2022
La compañía petrolera carece de equipos de contención y ha delegado el saneamiento del desastre en empresas locales que contratan personal eventual sin la experiencia, la formación o el equipamiento necesario para trabajar en constante exposición a los efectos nocivos de los hidrocarburos.
Tras las advertencias efectuadas por la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) de Perú y su reciente filtración a los medios de comunicación nacionales, Repsol y las empresas subcontratadas para la limpieza del derrame de 6.000 barriles de crudo, ocurrido el pasado 15 de enero en el distrito de Ventanilla (Provincia Constitucional del Callao, fronteriza con el departamento de Lima), han tomado mayores medidas para garantizar que las labores se realicen en condiciones de seguridad y precaución sanitaria. Sin embargo, los grupos de trabajadores han estado faenando durante días con un equipamiento insuficiente y sin cumplir las prevenciones sanitarias prescritas por los organismos autorizados.
La petrolera española no cuenta con sus propios equipos especializados de contención para que actúen en caso de que se produzca un vertido de esta magnitud y ha encargado las labores de saneamiento a entidades subsidiarias que están reclutando operarios eventuales sin experiencia previa y que apenas reciben las indicaciones básicas de actuación antes de iniciar las tareas de limpieza. Las escenas recopiladas en playa Cavero el pasado viernes, una de las zonas más afectadas por el vertido, muestran como los Equipos de Protección Personal (EPP) distribuidos por Repsol no evitaron que los residuos oleosos se filtrasen y cubriesen las manos y los pies de los trabajadores, los cuales realizaron sus tareas con materiales precarios como bidones y baldes que salpicaban su contenido mientras eran elevados manualmente con cuerdas por el acantilado.
Así es como personas que buscan mejorar sus ingresos habituales fueron expuestas a la toxicidad de los hidrocarburos y al calor intenso del verano por retribuciones que oscilan entre los 80 y 120 soles (18 y 27 euros) al día, según diversos testimonios recogidos entre los contratados. De hecho, uno de ellos lamentaba que “muchos de los aquí presentes son jóvenes padres de familia que necesitan la plata y no saben dónde se están metiendo”.
“Cuando llego a casa, me bebo un litro de leche para combatir la sensación de intoxicación”, comentaba otro de los efectivos de limpieza
De igual forma, las pausas cada treinta minutos recomendadas por las autoridades públicas no se efectuaron con el rigor necesario, lo que resulta especialmente grave si tenemos en cuenta que muchos de los operarios laboraban sin mascarilla o con unas de escasa protección destinadas a impedir el contagio de enfermedades. “Cuando llego a casa, me bebo un litro de leche para combatir la sensación de intoxicación”, comentaba otro de los efectivos de limpieza. Este tipo de escenarios se ven facilitados por la falta de una supervisión efectiva por parte de las empresas subcontratadas o de los técnicos enviados por Repsol, que tienen una presencia irregular y no cubren muchas de las zonas donde se desarrollan las actividades. En este sentido, son famosas las imágenes que circulan en redes que exhiben como los trabajadores almorzaban los menús donados por diferentes entidades en los mismos espacios contaminados.
Contingentes de voluntarios
Los grupos de operarios suelen estar acompañados de colectivos de voluntarios que desempeñan tareas de limpieza de menor riesgo pero que, igualmente, están expuestos a los efectos del crudo. Bryan Torres es el encargado de dirigir a una veintena de personas que se ofrecieron para sanear el vertido en la playa de Bahía Blanca y explica que son un conjunto de jóvenes procedentes de la ciudad de Pachacútec, en el distrito de Ventanilla, que buscan “ayudar a solucionar esta catástrofe y cuidar del medio ambiente”.
Torres aclara que, antes de comenzar sus labores, reciben instrucciones durante diez o veinte minutos sobre cómo usar los EPP, el límite de profundidad que deben alcanzar al adentrarse en el oleaje, la frecuencia con la que tienen que descansar y cobijarse del sol o el procedimiento a la hora de manejar animales afectados por los residuos oleosos. De esta manera, Torres reivindica el papel del voluntariado en el contexto de desastre ambiental a la hora de cubrir la falta de efectivos desplegados por las empresas subcontratadas por Repsol en ciertas zonas de la costa: “Nuestra labor es de gran importancia dado que los trabajadores contratados son del todo insuficientes”.
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