Libertad, igualdad y fraternidad, o barbarie
by alveo in
In actuality
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21 by February by 2022
Vox es la consecuencia final lógica de un sistema de gobernanza que ya ha fracasado, el neoliberalismo, pero que, para perpetuarse en el poder se acaba quitando la careta.
Desde estas líneas, hace bien poco, advertíamos de que en nuestro país, Vox sería la gran sorpresa en los distintos procesos electorales. Aún más, predijimos que daría el sorpasso a un PP en caída libre. Las elecciones de Castilla y León han puesto encima de la mesa una realidad que algunos ocultaban, demoscópicamente hablando, y, otros, especialmente quienes les auparon mediáticamente, ignoraban. Vox está ya en condiciones de disputar al Partido Popular la hegemonía en las derechas patrias, especialmente tras la desaparición de ese experimento gaseoso superfluo llamado Ciudadanos. No es un fenómeno específicamente español, aunque, es cierto, aquí ha llegado con cierto retardo.
Nuestras previsiones, y nuestras quejas, hacían referencia, a esa mezcla entre hilaridad y bochorno que provocaban las actuaciones e interpretaciones de los dirigentes populares, desde su líder Pablo Casado, pasando por su secretario general, y terminando en la vacuidad y zafiedad que representa Isabel Díaz Ayuso. Todos ellos son fieles herederos de lo que representa el otrora presidente del Gobierno de España, José María Aznar. Parafraseando al historiador Paul Preston, “corrupción, incompetencia política y división social”. La elección de Pablo Casado, frente a quien sin duda encarnaba una tradición democratacristiana, Soraya Sainz de Santamaría, en el origen de tanta ignominia y vacio intelectual.
Advertíamos además que tampoco les iba a la zaga la inacción de un gobierno que no acababa de darse cuenta de lo básico. Es cierto que, desde Unidas Podemos, se ha presionado para subir el SMI o para reformar algo el mercado laboral, pero el destrozo de décadas de abandono a los más débiles, de años de implementar una política económica distópica hace que a fecha de hoy solo sean remiendos, que ayudan, pero poco más. La situación económica de muchas familias españolas no deja de empeorar, tal como recogía el último informe de la Fundación Foessa de Caritas, Evolución de la cohesión social y consecuencias del COVID-19 en España, que ya detallamos, aspecto que se puede extender a todo occidente, porque es cierto que, tal como recogía el último trabajo de investigación de Oxfam Intermon, Las desigualdades matan.
Los problemas del acceso a la vivienda, el encarecimiento de los precios de los alimentos y de la luz, la ausencia del ascensor social, la desprotección de la infancia y la juventud, la bajada de los salarios -en nombre de una farsa llamada competitividad-, las reglas fiscales ad hoc de la Unión Monetaria Europea, la deuda privada descomunal,… todo ha supuesto un ataque inmisericorde contra la inmensa mayoría de la ciudadanía, mientras unos pocos se enriquecían saqueando al Estado. Me refiero a una súper élite, profundamente egoísta, de naturaleza intrínsecamente psicópata.
Las razones últimas del auge de un nuevo totalitarismo, sin complejos, es una consecuencia lógica del sistema político surgido al albor del neoliberalismo
Del Totalitarismo invertido al Totalitarismo, a secas
La consolidación de Vox tiene rasgos comunes con el ascenso de las fuerzas iliberales en el entorno de las otrora democracias liberales. Las razones últimas del auge de un nuevo totalitarismo, sin complejos, es una consecuencia lógica del sistema político surgido al albor del neoliberalismo. Nos referimos a la farsa de la democracia actual, donde lo que importa es la opinión de unos pocos, eso que Sheldon Wolin denominó Totalitarismo invertido. El Totalitarismo invertido es el momento político en el que el poder corporativo se despoja finalmente de su identificación como fenómeno puramente económico y se transforma en una coparticipación globalizadora con el Estado. El sentir de los ciudadanos es irrelevante, sus anhelos despreciados, la democracia secuestrada. Se promueve la antidemocracia, figura que no adopta la forma de ataques explícitos a la idea del gobierno por el pueblo.
Todo es mucho más sibilino. Significa alentar la “desmovilización cívica”, condicionando al electorado a entusiasmarse por períodos breves, controlando su lapso de atención y promoviendo luego la distracción o la apatía. Para ello se utiliza sin escrúpulos la inseguridad laboral como fórmula para la desmovilización política, para privatizar la ciudadanía. Malditas todas y cada una de las reformas laborales cuyo único objetivo era crear ciudadanos temerosos, dóciles. El miedo a perder el trabajo y el sustento de las familias condiciona cualquier petición de mejora, de justicia, de democracia.
Los medios de comunicación dominantes han actuado como el brazo tonto del establishment, con sus medias verdades, infundiendo miedo en la ciudadanía. Las élites manipulan, enfangan y ponen sus sucias manos en los conceptos más románticos, en los sueños presentes en el subconsciente de los más desfavorecidos, los despreciados, los humillados. Y para ello no dudan en acusar a estos grupos, los más desfavorecidos, a aquellos que sufren cada día la indignidad de sus políticas, de ser quienes “nos están quitando al pastel” al resto de la ciudadanía. ¡Falso! Son la avaricia e ineficacia de los más poderosos y de las grandes corporaciones quienes están secuestrando el porvenir de los ciudadanos. Cuando escuchaba y aún escucho los argumentos contra el salario mínimo de ciertos individuos, y de algunos economistas, inicialmente sentía rabia, tristeza infinita, pero ahora ya no. Simplemente, voy a combatirlos con el ánimo de erradicar todos y cada uno de sus falsos argumentos.
Lo han conseguido. Nos han dividido, nos han enfrentado. Frente al desorden que para ellos representamos todos aquellos que venimos denunciando la ineficacia, la desigualdad, y la corrupción del actual sistema de gobernanza global, han recurrido al miedo. Me refiero a ese miedo antropológico que saca lo peor de la condición humana, y que está devorando a una clase media desnortada, empobrecida y esquilmada.
Mientras que sus propuestas suponen un retroceso en términos de libertades y derechos civiles, su programa económico lleva a niveles extremos la protección de los que más tienen
Vox es la consecuencia final lógica de un sistema de gobernanza que ya ha fracasado, el neoliberalismo, pero que, para perpetuarse en el poder, a las élites me refiero, con el apoyo de cierta clase media, y la inoperancia de la izquierda, se acaba quitando la careta. Pasamos de esta manera del Totalitarismo Invertido al Totalitarismo a secas. Porque Vox, al igual que Bolsonaro en Brasil, o el propio Trump en los Estados Unidos, son neoliberales en stricto sensu, que no liberales. Mientras que sus propuestas suponen un retroceso en términos de libertades y derechos civiles, su programa económico lleva a niveles extremos la protección de los que más tienen. Supone consolidar una combinación de políticas económicas, sociales, educativas,… claramente regresivas, ineficaces e injustas, desplegadas en las últimas tres décadas por el establishment político y económico, y vociferadas como verdades absolutas por su aparato mediático. Ambas concepciones, neoliberalismo y liberalismo, no son equivalentes, aunque la deriva de muchos liberales, social-liberales e incluso socialdemócratas acabe en una confusión de confusiones.
Debemos construir una alternativa “a lo Roosvelt”, inclusiva, destinada al 90% de la ciudadanía, creíble, con los mejores, donde sea la propia defensa de la condición humana el centro de la reacción frente a la barbarie del Totalitarismo. Hoy más que nunca es necesaria una nueva hoja de ruta que, en primer lugar, como condición necesaria, pase por recuperar el poder y la democracia para la ciudadanía, ahora en manos de unos pocos multimillonarios, caprichosos, egoístas, psicópatas. Esto va de libertad, de igualdad y de fraternidad. Todo lo demás, barbarie.