licorrice pizza
by Albertocinefilo in
About Pampling
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21 by February by 2022
El estreno de una nueva película de Paul Thomas Anderson es todo un acontecimiento para cualquier amante del séptimo arte. En su haber hay auténticas joyas como 'Magnolia', 'Pozos de ambición' o 'El hilo invisible', por lo que es lógico esperar mucho de cualquier cosa que lleve su firma.
Con 'Licorice Pizza' ha logrado algunas de las mejores críticas de su filmografía y tres nominaciones al Óscar tan importantes como las de mejor película, mejor dirección y mejor guion original, pero lo más curioso es que luego quizá lo que más brilla de la función es el excepcional trabajo de los debutantes Alana Haim y Cooper Hoffman.
Viajando de nuevo a los 70
No es la primera vez que Anderson sitúa una de sus películas durante los años 70, época en la que él mismo era un niño, a menudo con un toque nostálgico pero sin dejar que eso canibalice la propuesta. Es como si no le interesa tanto desconectar de la realidad como jugar con ella, moldeándola para extraer lo que requiere de ella y ofrecer una visión idealizada hasta cierto punto.
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Aquí eso es algo que tiene dos caras. Por un lado, la primera hora de 'Licorice Pizza' es una delicia, en lo que todo gira alrededor de la fascinación que Alana despierta en Gary, con la primera pasando por un momento en su vida en el que ha de tomar el toro por los cuernos y ver hasta dónde puede llegar, mientras que el segundo es un aún un adolescente que se deja llevar por sus sueños, sin importar los baches que pueda encontrarse por el camino.
Licorice Pizza Escena Pelicula
Anderson borda la dinámica que surge entre ambos, apoyándose para ello en la frescura que transmiten Haim y Hoffman a sus respectivos personajes, pero también en la química que comparten, la cual lleva a que nos podamos creer perfectamente que acaben siendo una pareja, grandes amigos o ambas cosas. La química entre Haim y Hoffman es algo casi sobrenatural.
Esa primera hora se centra casi en exclusiva en ello, acercándoles peligrosamente para que acaban probando a volar (hasta cierto) en solitario. El ímpetu de Gary parece tener un techo claro, tal y como prueba su experiencia televisiva, mientras que Alana acaba despertando su lado más práctico para ir en la dirección que cree debe y merece.