Despidiendo a yang Critica
by Albertocinefilo in
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4 by December by 2022
¿Cómo empieza una película que habla sobre la nada? ¿Cómo encapsula la intrascendencia una serie de imágenes en movimiento vehiculadas como ontología posible de algo que no es pero quiere ser? 'Despidiendo a Yang', la segunda película de kogonada que puede verse en Amazon Prime Video, asume que la naturaleza de la existencia es inescrutable, y persigue entre los recovecos de sus imágenes y sus montajes de sonidos solapados una irrealidad que pueda representar lo real por oposición para que la nostalgia al mirar el vacío permita contemplar el todo.
Lo nuevo del director de la armónica 'Colombus' transita la senda del zen con ceremonias del té en las que traslucen posos de la contención de los diálogos de Yasujiro Ozu, el pesar metafísico de 'Blade Runner', el estoico existencialismo de Kazuo Ishiguro, los autorretratos de Vivian Maier o el no-tiempo del recuerdo en 'La Jetée'. Lo hace desde la ciencia-ficción con la historia de una familia fragmentada que, tras una sincronización interrumpida tras el memorable baile inicial de la cinta, intenta cauterizar la herida de la posible desaparición del propio Yang del título, un cyborg que sigue danzando hasta su fatal desconexión.
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Así, la película discurre entre las vicisitudes de la memoria del joven desconectado, un tecnosapiens que simula una muy conseguida humanidad en un futuro hipotético donde el artificio ha llevado a crear androides para todo tipo de usos, algo similar a lo que ocurriera en 'Klara y el Sol', último libro de Ishiguro. Y, al igual que con los humanoides descritos por el escritor, que serpentea por su narración mientras escruta el sentido de estos posibles seres, el relato dislocado a través de los desiguales recuerdos que el disco duro de Yang conserva nunca abandona la duda metafísica.
'Despidiendo a Yang' procura unir los retazos de su protagonista a través de la esforzada acción del matrimonio que forman Kyra (Jodie Turner-Smith) y, en especial, Jake, al que interpreta un orientalista Colin Farrell) y que intenta, por todos los medios, recuperar la conciencia del robot hermano. No en vano, Yang es un pilar para la vida de su hija Mika, una niña acompañada desde su nacimiento por el tecnosapiens que aprehendió la cultura china para que fuese él quien enseñara a la pequeña sobre sus raíces, en una peculiar especulación sobre cierta conciencia blanca que asume la imposibilidad de enseñar el arraigo de una minoría desde un prisma ajeno.