Apolo y Dafne
by avomega in
Personal
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14 by April by 2023
En la mitología griega, Dafne o Daphne era una ninfa (o “dríade”) hija del dios río Peneo y de Creusa, o del río Ladón y Gea, según las versiones. La belleza de Dafne era algo fuera de lo común, y su espíritu libre y su inteligencia no lo eran menos. Sin embargo, lo único con lo que disfrutaba de verdad Dafne era con correr por los bosques, de uno a otro, durante todo el día. Usaba pieles de animales, le gustaba llevar el cabello suelto porque odiaba peinarse, no le gustaban los adornos en el cuello…Dafne necesitaba sentirse natural y completamente libre.
Cuando Dafne creció se esperaba que Peneo encontrara a alguien para casarse con su hija, de modo que los pretendientes comenzaban a llegar con diferentes propuestas de matrimonio. Sin embargo, Dafne rechazaba cada una de ellas y hacía irse a los pretendientes por donde habían venido, lo que desanimó mucho a su padre Peneo, que comenzó a pensar que no tendría nunca descendientes.
Dafne sentía que casarse sería algo equivalente a encadenar sus piernas, lo que convertía esa idea en algo muy opuesto a sus ganas de libertad y de correr por los bosques. Tal era el convencimiento de Dafne, que nunca sintió la mínima atracción por otra persona, aunque muchos sí se enamoraron de ella, como le sucedió al dios Apolo, hijo de Zeus y Leto y hermano de Artemisa. Aunque el dios del sol Apolo se había enamorado muchas veces, el amor que sintió por Dafne fue el más sonado de la mitología griega. Pero, ¿cómo ocurrió?
Se dice que el dios Apolo mató una vez a una serpiente aterradora llamada Pitón con la gran habilidad que tenía con el arco. Luego fue hasta el dios del amor, Eros (o Cupido en la mitología romana), para presumir ante él de sus habilidades, algo que Eros entendió como arrogancia y quiso castigar. El dios del amor podía disparar exactamente dos tipos de flechas: la flecha dorada que al atravesar el cuerpo hacía surgir el amor, y la flecha de plomo que cuando atravesaba el cuerpo de alguien llenaba a esa persona de odio y disgusto hacia la otra.
Entonces, y justo cuando la ninfa Dafne pasaba por allí, Eros disparó una flecha de plomo en su pecho y una flecha dorada en el pecho de Apolo. Entonces Eros abandonó inmediatamente el lugar mientras observaba muy de cerca el incidente y a Apolo, que ya se había enamorado de Dafne y contemplaba su cabello suelto resultándole mágico. Por su parte, Dafne comenzó a sentir un profundo odio por Apolo por su flecha de plomo, lo que hizo que intentase escapar inmediatamente de aquel sitio en el que había sido herida por Eros.
Y Dafne se fue de allí corriendo sin parar hasta donde casi no alcanzaba la vista y fuera del alcance de Apolo, lo que hizo que este comenzase a seguirla diciendo: “No temas, yo soy Apolo, el gobernante de Delfos. Te amo y quiero casarme contigo”. Pero Dafne no quería escuchar a Apolo. “Soy Apolo, el dios del sol, y mi padre es Zeus. ¡Diosa de la belleza, por tu bien, no huyas!”. Y las palabras de Apolo cada vez asustaban más a Dafne, que fue aumentando su velocidad hasta que, en un momento de la carrera, se dio cuenta de que no podría ser más rápida que un dios y finalmente cayó al suelo:
“¡Padre, sálvame!” gritó Dafne mientras observaba un río, acordándose de Peneo. Y al poco, los pies de Dafne comenzaron a extenderse por el suelo como si fueran raíces y las hojas a brotar de su cuerpo. Así, hasta que poco a poco fue convirtiéndose en un precioso árbol de laurel. Parecía que Peneo había escuchado realmente su grito de ayuda y lamento.
Finalmente, Apolo corrió y abrazó a Dafne con ambas manos mientras veía como su amor había cambiado en apenas un momento. Tras aquello, el dios se encontró muy confundido y triste, y el árbol de laurel se convirtió desde entonces en su árbol favorito.