Un equipo de amigos
by avomega in
Personal
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13 by May by 2023
Era una mañana de agosto cuando Roberto, mientras aún se encontraba adormilado, buscaba su muñeco de acción Robertman. Sin embargo, y aunque recorrió de un lado para otro toda la habitación, no encontró por ningún lado a su fiel compañero de aventuras. Así, sintiéndose un poco preocupado, Roberto bajó a la cocina, en donde encontró a mamá bebiendo su café calentito de la mañana:
—Buenos días, mamá —saludó el pequeño a su madre con un beso—. Tenemos un problema: no encuentro a Robertman.
—Buenos días, cariño —respondió mamá sonriente—, creo que tu hermano Julio estaba jugando con él.
—¡Pero si yo no se lo presté! —contestó molesto mientras salía rápidamente de la cocina.
Entonces, muy pronto se escuchó una discusión acalorada entre los hermanos, tras lo cual la mamá de ambos suspiró con pesar, viendo cómo empezaba el día sin haberse terminado aún su delicioso café.
Pero cuando mamá se levantó, dispuesta a detener la pelea, descubrió que todo había terminado y que los dos hermanos se encontraban tan tranquilos en el salón, como ignorándose mutuamente.
—Chicos…hoy empiezan vuestras clases de fútbol, al final os apunté ayer. ¿Qué os parece? —Preguntó mamá con curiosidad, dispuesta a animar a los pequeños.
Y tras aquellas palabras Robeto y Julio pegaron un brinco de alegría desde el sofá, muy emocionados por la noticia, pues ambos eran fanáticos del futbol y soñaban con jugar como los futbolistas de verdad.
cuento niños fútbol
—Los dos vais a estar en la misma clase —explicó mamá—, así que allí estaremos esta tarde.
—¡No mamá! ¡Soy mayor que Julio, no quiero ir con mi hermano pequeño a clases! —Replicó Roberto indignado.
—Eres mayor que yo solo 1 año… —contestó Julio suspirando y a modo de burla.
—¡No comiencen a discutir! —Dijo mamá—. Si queréis ir, tendréis que hacerlo juntos.
Tras detectar el enojo de su madre ninguno de los dos niños quiso volver a quejarse, y cuando finalmente llegó la hora de ir a fútbol y comenzar la clase, ambos se olvidaron de su enfado matinal. Estaban los dos tan emocionados que, casi sin darse cuenta, jugaron toda la tarde pasándose la pelota una y otra vez y disfrutando como dos amigos cualquiera, al igual que el resto de niños, que también disfrutaron de lo lindo junto a sus dos nuevos compañeros de equipo.
Al llegar a casa, muy emocionados contaron a papá y mamá cómo habían corrido toda la tarde por el césped verde y fresco, y todos los ejercicios que habían practicado antes de ponerse a jugar en serio con la pelota. Tan ocupados estuvieron, que ni siquiera tuvieron tiempo de pensar en chincharse y pelearse, pues debían estar muy concentrados para dar lo mejor de sí mismos en el partido y convertirse en unos grandes jugadores.
Con el paso de las semanas, los hermanos cada vez fueron pasando más tiempo juntos jugando al fútbol, haciendo diversos ejercicios de pelota, y divirtiéndose junto a sus nuevos amigos en el campo cada tarde. Tanto y tanto jugaron, que ya nunca más hubo disputas en casa, ni peleas por jugar con Robertman ni con ningún otro juguete.
—Es muy divertido estar contigo, aunque seas mi hermanito pequeño —dijo Roberto una tarde, mientras iban nuevamente a sus clases de futbol.
—Sí, también es muy divertido estar contigo, aunque seas un anciano —contestó Julio riéndose sin parar.
La verdad es que ya hasta a Roberto aquello le parecía gracioso, y poco a poco, tarde tras tarde, aquella pequeña diferencia de edad se fue diluyendo por el camino.
—Anda, pero si solo te llevo un año –replicó Roberto arqueando sus cejas.
—Sí, es cierto, compañero —respondió Julio dándole una palmadita a su hermano en el hombro, mientras se dirigían hacia el césped mullido y fresco.
Y así fue como su mamá, que observaba a los dos niños desde lejos, se sintió muy feliz y orgullosa de ver cómo sus dos pequeños se estaban convirtiendo en grandes amigos…Con tan solo un poquito de ayuda, se estaba forjando una amistad que ni el mejor de los porteros ya podría parar.