Critica de cine
by Albertocinefilo in
About Pampling
0
0
5 by January by 2024
Normalmente, el cine ha tratado las historias de inmigrantes ilegales que quieren buscar una vida mejor de manera o bien paternalista, o bien salvaje y violenta, prácticamente sin un término medio. Y en un siglo XXI marcado por los matices y los extremos, es muy de agradecer que existan cineastas como Matteo Garrone, capaces de convertir el drama de dos adolescentes en busca de un futuro en una gran sorpresa constante tanto narrativa como estilísticamente con una de las mejores películas de los últimos tiempos.
'Gomorra', escalofriante mirada a los bajos fondos
EN ESPINOF
'Gomorra', escalofriante mirada a los bajos fondos
Oh, capitán, mi capitán
A 'Yo capitán' no le importa tu punto de vista sobre la inmigración, ni tus opiniones más o menos sosegadas sobre el racismo. Es una película profundamente política, claro, pero no intenta inculcar mediante el discurso directo (ese fallo en el que caen películas bienintencionadas como 'Mediterráneo' o 'En los márgenes') sino poniendo delante de ti una ventana hacia una realidad ficcionada que probablemente intuías pero que preferías desconocer. Y sales cambiado. Aunque sea ligeramente y no quieras reconocerlo, pero cambiado al fin y al cabo.
Garrone firma aquí su mejor obra, una película de dolor, pérdida de esperanza y sueños imposibles con un pequeño componente de misericordiosa fantasía que marca un antes y un después en el cine social sobre la inmigración. La odisea de Seydou y Moussa adquiere tintes homéricos en una historia desbordante de realidad pero también de una narrativa poderosa, con un ritmo fantástico (salvo un frenazo en seco al final del segundo acto) y que culmina con un último viaje a su Ítaca particular con el que es imposible no dejarse contagiar por la propia energía de sus poderosísimas imágenes.
Yo Capitan
Garrone es muy inteligente y se niega a convertir a los dos chavales en simples mártires unidimensionales lanzados a una caminata de sufrimiento. Al contrario: se toma su tiempo para construirles una personalidad, cerrándoles las puertas de un un drama continuo sin sentido y abriendo las de la esperanza en un tipo de película que normalmente se limita a apilar desgracia sobre desgracia. Y son precisamente esos momentos de descanso, alegría e incluso carcajadas los que permiten -tanto a los espectadores como a los protagonistas- tener fe por un futuro que, en el fondo, todos sabemos que será imposible.