the regime
by Albertocinefilo in
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4 by March by 2024
Una de las razones por las que 'The Regime', la nueva miniserie cómica de HBO Max, ha estado en mi radar prácticamente desde cuando se anunció (por entonces la llamaban 'The Palace') es por quienes estaban frente y detrás de las cámaras: ¿una comedia política protagonizada por Kate Winslet y con uno de los guionistas de 'Succession' y 'El menú'?, "pa'lante".
Desafortunadamente, una serie que en principio debía funcionar sobre el papel —un año dentro del palacio viendo a la dictadora (algo paranoica y megalómana) de un país centroeuropeo— no termina de hacerlo del todo en pantalla. Sí, es relativamente divertida, pero también es mucho más vacía de lo que parecía a primera vista.
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No es tanto cuestión de expectativa sino del pobre aprovechamiento de las inspiraciones y claras referencias que tiene su guionista principal, Will Tracy, para esta serie. Resalta no solo su obra anterior, sino también la de Armando Iannucci y, más que 'Veep', su gran 'La muerte de Stalin' (la serie tiene personajes que pueden haber salido perfectamente de aquí).
Pocas ganas de desarrollar su mundo y personajes
Uno de los problemas que resaltan en la serie es el hecho de que, más allá de los giros que se van viendo de episodio a episodio, en lo que prácticamente tenemos una "nueva etapa" (o más bien punto de avance) para nuestra dictadora y su gobierno, es la falta de ganas de desarrollar a los personajes.
Ya no digo al gabinete central, que son poco más que cabezas parlantes... tampoco se interesa mucho ni por Vernham ni por Zubak. Son personajes que resultan hasta caricaturescos. Esto pasa incluso teniendo en cuenta una evolución de los roles de poder y la influencia que ejercen el uno con el otro. Esto hace que prácticamente lo que se entienda por evolución es prácticamente cambio de ropa y peinado.
No es culpa, desde luego, de los protagonistas. Winslet está muy divertida y se lanza al ruedo palaciego desbordando carisma poderoso con un personaje que se plasma como mucho más inseguro y necesitado de aprobación. Por su lado, Matthias Schoenaerts sirve de contrapunto perfecto como personaje imponente, pero, a su vez, con una fragilidad oculta.