El Creador

Ya sabéis que anoche fue una de esas de las de hincar los codos en la mesa y no parar hasta que doliesen los ojos. El resultado creo que no ha sido del todo malo, es posible que obrara el milagro. Pero no vengo a hablaros de eso.
Anoche, entre página y página de mis apuntes, hubo algo más. Algo que ocurre una vez al año, por estas fechas. Anoche esperaba volver a sentir algo parecido a lo que ocurrió aquella noche en la que cambiaron tantas cosas.
No defraudó. Un año más, incansable y fiel a su cita, volvió a la vida el primer juntaletras, ese que me ha servido de inspiración y fuente durante tanto tiempo. Se notaba un regustillo a regreso de campeones a pesar de ser otro el que debía defender título. El ambiente que se percibía desde la distancia reflejaba los nervios y la emoción por volver a escuchar alguno de sus silencios, esos a los que nos viene malacostumbrando últimamente.
Cuando por fin calló la masa edulcorada por el veneno de la fiesta, la guitarra comenzó a sonar. Tal vez hubiera nervios en los propios componentes. Pero ya no importaba. Ya no había vuelta atrás. Y la música puso a mi cabeza rumbo a un tiempo pasado y de fantasía. Me dejé embaucar como un niño que desea ver un truco de magia sin pretender saber nunca el secreto. Las palabras me llenaron enredadas en acordes simples pero que conformaban una melodía ya inolvidable. Los vellos fueron alzándose como una lluvia de flechas en su despegue. Las lágrimas quisieron brotar con imágenes de una madre durante la infancia, y costó retenerlas. Con el corazón en un puño, la risa llamó a la puerta. Solo quedaba pensar. El momento que nos cede para reflexionar sobre lo que él quiera. Y hubo puñetazos sutiles. Y hubo guantazos de poesía. Y hubo innovación, como si quisiera decirle a alguien en concreto que era capaz de hacerlo. Por supuesto, su segundo sello se hizo presente. Algunas letras se mascaron, probablemente porque se metieron hace muy poco.
Pero no defraudó. Mereció la pena la espera. Mereció la pena perder esos minutos de estudió para sentir tanto a cambio. Gracias por otro año de magia al que aún le queda mucho. Gracias, Tino, por El Creador.