Una noche única

El pasado viernes viví una noche sin precedentes para mí: mi primera Final de cuatro.
Cuando me enganché a la locura de los carnavales, hacía ya mucho tiempo que la Gran Final admitía solo a tres grupos por modalidad. Con 12 agrupaciones como máximo solía extenderse hasta bien entrada la madrigada para acabar entre las cinco y las seis de la mañana. Habiendo años mejores y peores, siempre solía ser una gran fiesta. Pero esta vez iba a ser diferente. Tras mucho tiempo pidiéndose, llegó la tan ansiada Final de cuatro agrupaciones por modalidad. Al final pasaron solo 15, pero se alargo hasta las ocho de la mañana.
Pude vivir cómo se me erizaba la piel a las siete y media con una letra digna de cerrar el Falla hasta el año que viene. Recibí un chute de adrenalina a la una de la noche que me dio empuje para aguantar sin necesidad de más veneno el resto de la cita. Emociones encontradas cada media hora me llevaron a un éxtasis interno que solo se puede explicar si ya lo has experimentado alguna vez.
Desde este pequeño reducto quiero dar las gracias, olvidándome de muchos nombres, a los Molina, a Ares, a Pastrana, al Gago, al Selu y a mi candil de guía, Don Constantino Tovar Verdejo.
Un año más, la magia ha cumplido su promesa.