Carrera hacia la libertad

La chica llegó a tiempo al tren, pero por los pelos. Dado que era hora punta, no se molestó en buscar un asiento, porque apenas había sitio para ir de pie. Pensativa, mira la hora en su reloj de pulsera. Si los trenes no se retrasaran, llegaría a tiempo.

Justo antes de llegar a la estación, el tren se queda parado un rato. La gente comienza a inquietarse y ponerse nerviosa, porque en las grandes ciudades todo el mundo lleva prisa.

El tren llega a la estación y la joven baja a todo correr hacia el andén en el que tiene que coger el siguiente tren. Todavía faltan 6 minutos para que llegue, lo cual puede no parecer mucho, pero quizá haga que pierda el bus, y con él la última oportunidad de ser feliz.

Al bajar del tren, vuelve a correr para poder subir al metro. Justo al llegar al andén ve cómo este cierra sus puertas y arranca. La esperanza es lo último que se pierde, y ella no estaba dispuesta a perder ni la esperanza ni el bus con el que lograría ser libre al fin.

Oye la campana y el anuncio de que está llegando a su parada. Se prepara para volver a correr, ya que solo faltan 3 minutos para que su última oportunidad parta de la estación. Se prepara en la puerta para salir la primera. En cuanto se encienden las luces del botón para abrir la puerta, lo pulsa y sale corriendo, sin mirar atrás, todo lo rápido que puede.

Con la pesada mochila a cuestas y el pecho ardiendo por el esfuerzo de la carrera, gira una esquina y atraviesa el pasillo sin tener que esquivar a mucha gente (algo raro en esa estación y a esa hora). Al girar la siguiente esquina frena un poco el paso para poder pasar los tornos. Sube por las escaleras mecánicas que tiene en frente. No puede más, pero si deja de correr, volverá a quedar atrapada, quizá para siempre, en una vida que no le desea a nadie.

Jadeante y con lágrimas en los ojos logra al fin subir al bus. Se desploma en el asiento. Cierra los ojos, permitiendo que las lágrimas retenidas corran libres por sus mejillas. Libres como sabe que será ella al fin, después de tanto tiempo de sufrimiento inmerecido. Libre... tendrá que acostumbrarse a esa palabra. Libre... no deja de sonar en su mente. Libre... ninguna otra palabra produjo en ella semejante sensación de ligereza.