Spotify
by NosferatuRot in
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22 by March by 2016
Spotify acaba de descubrir que el heavy metal es más popular que la música pop.
Todos los metaleros saben que A) el heavy metal es la ley y B) los otros géneros palidecen a su lado, pero siempre es bueno ver datos que lo demuestren, más allá de lo que tú y tus amigos os gritéis unos a otros, especialmente durante esos momentos épicos en los que os juntáis a adorar a Kreator. Y recientemente, Spotify le echó un piropo a los metaleros al sacar unas cifras que ilustran con todo detalle el amplio margen por el que el heavy metal está gobernando las ondas del streaming. Desde Portugal hasta los EUA y Noruega (obviamente), el metal posee un lugar entre los diez primeros – y a menudo entre los cinco— de los géneros más escuchados en todos los países incluidos en el estudio. El metal, además, es el género que se lleva la palma a nivel mundial, relegando al pop a un distante segundo lugar y desterrando al folk, al country y al hip-hop.
Como Mashable apuntó, Spotify calculó estos datos teniendo en cuenta las bandas principales de cada género, siendo los campeones del metal Metallica, Slayer, Judas Priest, Iron Maiden, Sepultura, Pantera, Cradle of Filth y Anthrax. No es precisamente sorprendente saber que un montón de gente usa Spotify para escuchar los temas más clásicos de Slayer y Papa Het, pero lo que es un poco chocante es ver la cantidad de personas que están desconcertadas ante este "hallazgo".
Teniendo en cuenta la feroz lealtad que profesan los fans del metal y su propensión a realizar compras físicas, tiene todo el sentido que pasen la mayor parte del tiempo escuchando las mismas canciones antiguas de Iron Maiden en bucle. Como el personal de la discográfica entrevistada en el artículo de Mashable, los sellos de metal han estado vendiendo casetes y vinilos durante años; las camisetas de metal y los parches bordados con logos son la vestimenta de rigor; los festivales de metal atraen regularmente a fans de todas partes del mundo; y aún hay una multitud de revistas impresas sobre metal y fanzines que circulan en un mundo que se ha vuelto principalmente digital. Mientras que los fans de otros géneros corren a ver a los nuevos artistas, la devoción de los amantes del metal es generacional; un nuevo fan siempre rinde tributo a las bandas clásicas y adquiere conocimiento en orden cronológico mientras se mantienen al tanto de acontecimientos actuales. Esa amplia red musical se traduce directamente en más ventas: cuando alguien está comprando el nuevo disco de Mefitic, probablemente también está ampliando su colección de Blasphemy, o acabe comprando ese cofre de Hellhammer. Los metaleros son coleccionistas, y el metal como género es increíblemente diverso: hay cientos de miles de bandas de metal a las que los aficionados prometen lealtad, y lo hacen con venganza (económica).
Este enfoque no es único para los fans del metal, pero definitivamente lo llevan más lejos que cualquier otro grupo demográfico. No es tan fácil ser un fan metalero como lo es profesar tu amor por Taylor Swift o Makonnen, y la devoción extrema por parte de los metaleros a su escena se da a menudo como respuesta a la presión social. Cuando todo el mundo te está diciendo que la música que te gusta es estúpida o malvada o no se puede escuchar, tienes dos opciones: o dejas de lado tu interés y te guardas tus gustos para ti mismo... o vas a cubrirte con camisetas de bandas, a conciertos con gente de gustos similares, y das a conocer tus inclinaciones musicales cada vez que puedas.
Aquel mismo artículo de Mashable hizo lo que pudo para dar sentido a la idea de que no solo el metal sigue vivo después del "apogeo del género en los 80 y 90", sino que cada vez más personas han caído bajo su hechizo, a lo que solo puedo decir: obviamente, tío. Es tentador escribir piezas como esta como mero ruido blanco, como algo que no afecta a nuestra comunidad, y no tiene que ver con nuestra relación con el metal, pero las implicaciones son graves. En 2015, años después de que el New York Times empezara a hablar del doom y las empresas de coches hicieran conciertos con Absu y Napalm Death, los principales medios de comunicación y la sociedad en general aún no toman en serio al metal como forma artística, y seguimos viendo artículos que presentan el género de la misma manera condescendiente con la que hablarían de una tribu amazónica. "Aunque no lo creas, hoy en día todavía existen fanáticos del metal, practicando sus extrañas costumbres y rituales, alejados de las miradas curiosas."
Como afirma Mashable, "Lo que puede parecerle sorprendente a muchos oyentes mainstream, que hace tiempo que cambiaron a Skid Row y Def Leppard por John Legend y Taylor Swift, es que el heavy metal ha mantenido una escena viva y diversa –y global– gracias a sus dedicados fans." Puedo entender la necesidad de escribir para un público amplio, pero asumir que la gente necesita que se le recuerde el alcance global de un género cuyas figuras más famosas provienen de más allá de la frontera estadounidense (¿Black Sabbath? ¿Enslaved? ¿Sepultura?, ¿No? Bueno.) demuestra lo arraigada que está la percepción de que el fan del heavy metal es un tipo que se quedó atrapado en los ochenta, con sus elásticos negros y maquillaje en los ojos cuando sale de fiesta.
Como demuestran los datos de Spotify, el metal es un negocio de alcance mundial, y los metaleros están por todas partes. Los principales medios y la gran industria musical se hacen un flaco favor al ignorar y menospreciar esta potente vena de fans internacionales y devotos, muchos de los cuales están más que dispuestos a gastar lo que sea necesario en camisetas, revistas y discos. El metal no los necesita, pero a medida que los servicios de streaming continúen inyectando dinero y las ventas de discos físicos sigan disminuyendo, tal vez se den cuenta de que sí necesitan el metal... y seguramente no les costará tratarlo – y por extensión, a nosotros, los metaleros– con un poco más de respeto, hasta que ese milagroso día llegue.
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