El olor del café

Para muchos, el olor del café es equivalente a placer. Pero, para unos pocos, el olor del café es como el de un estercolero.

Para empezar, es bueno saber que el gusto del café es adquirido. Es decir, a nadie de pequeño le gusta realmente el sabor a café, pues es amargo y nada dulce, salvo que se le ponga azúcar o edulcorantes. Siendo niño, una de las cosas que quiere es "ser mayor". Tomar café es una de las ventajas de ser adulto... entonces, quiere tomar cuanto antes. A pesar de que no le gusta el sabor, bien mezclado con leche y con azúcar (y a veces con chocolate), al final va entrando y va gustando. Entonces, de mayor, se toma libremente, como algo tan habitual como el aire.

El problema para mí empezó cuando tuve asma a los 17 años. En esa época, algún que otro café tomaba... más que tomar café a palo seco, tomaba capuchino. Pero, al poco de tener asma, el café, que teóricamente altera y despierta, a mí me empezó a dar sueño... es decir, al tomar un café, me entraba somnolencia. Luego encontré a unos pocos que también les pasaba eso mismo. Evidentemente, tiene una explicación. Los asmáticos padecemos de falta de respiración por los pulmones, ya sea por un defecto de nacimiento o por alergias varias. Cuando se toma un café, se abren los pulmones... de ahí ese despertar que le da a la gran mayoría. Al ser asmático, a algunos asmáticos nos da descanso... de ahí que luego me de sueño.

¿Cómo pude probar dicha teoría? Empecé a dejar tomar café al poco de tener asma, pues no me apetecía tomar un café por la mañana e ir zombie todo el día. Pero, realmente, ¿cuándo me di cuenta que el café me hacía el efecto contrario que a la gran mayoría? En una acampada, a la vuelta, me dieron una pastilla para evitar el mareo... ¿qué tenía dicha pastillita? Un elemento que sirve para adormecer y café para contrarrestar el efecto. Ya os podéis imaginar... cansancio por duplicado. Fue la única vez en mi vida que tuve que subir las escaleras a gatas para llegar al 4º piso sin ascensor en el que vivimos... llegué y sin quitarme la ropa ni nada, me acosté en la cama (a las 19:00) y no me desperté hasta las 11:00 del día siguiente.

A parte de ese caso, en varias ocasiones he tenido ataques muy fuertes de asma... tomando un café, se me alivia en muy poco rato... pero claro, luego lo único que quiero es meterme en la cama para descansar, sin importar la hora que sea.

Ahora bien, que me de sueño no es razón suficiente para que haya cogido asco al café. A los 20 años, trabajé en una empresa reparando máquinas de café, la gran mayoría de expendedoras de café, de esas que le metes una monedita y te saca un café a tu elección (aunque también suelen ofrecer chocolate o té). Bueno, pues allí es donde cogí realmente asco al café. La gran mayoría de máquinas expendedoras sólo se limpian una vez al año o, como mucho, una vez cada 6 meses. Tuve que limpiar muchas de estas máquinas... el olor del café entró demasiado tiempo en mi nariz y empecé a cogerle asco... pero más asco le cogí cuando, al ir limpiando la maquinilla que tritura el café, iba encontrado patitas y restos de bichos. Ya os podéis imaginar lo que puede ocurrir. Os recomiendo no tomar café de máquina, especialmente porque una parte del sabor "especial" es de bichos triturados, concretamente de cucarachas.