Trasnochadores

El otro día estuve pensando en la escasa recepción de los blogs que se escriben en esta parcela del día y empecé a preguntarme cuántos pequeños diablillos se quedan despiertos toda la noche para dormir en algún momento del día. Imagino que seréis pocos y menos aun los que os paséis por aquí.
Os iba a preguntar que cuándo dormís y por qué no en otro momento y os iba a contar mis motivos, pero entonces me he empezado a sentir raro. Como si la interacción se diese de forma tan gratuita que no valiese la pena el resultado. Tal vez me esté volviendo más antisocial. De hecho, últimamente me he preguntado mucho si soy yo el que se aleja del mundo o es el mundo el que se vuelve cada día más gilipollas. Y la verdad es que me cansa ya tanta hipocresía y cinismo y tanto tener que mantener unas formas o reglas morales para que nadie se enfade. Lo cual resulta irónico porque si nadie se molesta por tus actos alguien acaba en tu contra por no llevarte mal con nadie, aunque ese es un punto de irracionalidad con el que me doy por vencido.
Por otro lado, últimamente estoy adoptando una actitud más provocativa con temas tan sensibles como el terrorismo, la islamofobia o el machismo. Entendedme, no apoyo nada de eso. Pero tampoco soporto que se generalicen o exageren las cosas, y esto parece molestarle a más de uno cuando se lo sueltas en la cara y sin rodeos. Y no hace falta que me vaya a temas tan polémicos y desagradables a la vista. Hace un par de semanas discutí con un colega porque está empeñado en que debemos cuestionárnoslo todo. Yo le argumentaba que hay preguntas que uno sí debe plantearse, pero también hay cosas que no se pueden negar. No sé si por falta de respuestas o porque iba medio pedo pero empezó a contradecirse mientras mantenía el discurso inicial. En ese momento no sabía si darle una colleja, irme o pasar de él el resto de la noche. Y lo peor es que no sé exactamente qué fue lo que me cabreó tanto, si su concepción de la vida o su ineptitud para saber aceptar que se estaba liando.
Os iba a decir que yo no duermo por las noches porque hay una calma casi absoluta con la que se puede estudiar mucho mejor, ver series o películas sin interrupciones, bajar al infierno a por un poquito de café... Pero se me olvidaba lo útil que resulta para pensar y escribir y alejarse del mundo.