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5 COMMENTS

rebeka54 - 27 by July by 2016, 13:19

tienes razón hay muchos así,no saben apreciar que tienen un trabajo que hoy en día es un tesoro ,no entiendo como viven amargad@s

rebeka54 - 27 by July by 2016, 13:19

tienes razón hay muchos así,no saben apreciar que tienen un trabajo que hoy en día es un tesoro ,no entiendo como viven amargad@s

Nicollard - 27 by July by 2016, 14:11

Hay que ser más profesional. La gente no tiene la culpa de lo que a cada uno le pase.

aliciaruiz - 27 by July by 2016, 17:19

Si yo te contara los dos casos que me han pasado últimamente en un comercio que no mencionaré pero que empieza por Merca y termina por dona...pero vaya, a la tercera me voy directamente al coordinador o encargado, que muchas veces actúan de esa manera porque sienten que tienen inmunidad...a ver que cara ponen cuando después de hablarme mal le pido al encargado que venga.

Rawrgna - 27 by July by 2016, 19:25

A mí el otro día un dependiente me habló mal. Incluso de manera bastante ofensiva. Acabé bastante molesto por ello.

Decidí que no tenía que soportar algo como aquello, así que fuí a hablar con su encargado. Incluso exageré los hechos para asegurarme de que ese maleducado fuese a la calle. Afortunadamente lo conseguí, ví como el encargado lo llevaba a su despacho y salió bastante cabizbajo sin la típica placa que indica como se llama. Al dirigirse al aparcamiento supuse que iba a su coche al haber sido despedido, y efectivamente se metió en su coche y se fué, no sin antes casi provocar un accidente en el aparcamiento y asomar la cabeza gritando por la ventana.

Seguí detras de él unos kilómetros y acabó entrando en un garaje. Despues solo tuve que hacerme pasar por un cartero comercial para entrar a su bloque y poder ver en los buzones donde vivía fijándome en los nombres de los residentes. Encima era soltero.

Desde entonces voy a su casa diariamente y me hago pasar por un testigo de Jehová, eso sí, siempre con mi camiseta de pampling de Gandalf ante la puerta de Moria, para darle un toque distinguido al asunto. Siempre llamo a la hora de la siesta. Esa es mi venganza para con ese hombre. Encima para tocar las narices me puse una chapita como la que llevaba él, y hasta me puse el nombre de un famoso bastante adinerado para recordarle que él ya no tenía trabajo.

¿Y sabeis que nombre me puse? Efectivamente, el del mismísimo Albert Einstein.

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