Wolf Children

Sinceramente, no sabía qué iba a decir cuando llegara a esto, así que empezaré por decir que solo voy a hacer spoilers de los primeros 20 minutos a modo de sinopsis. Y de hecho, casi os recomiendo que ni leáis esa parte y que vayáis a ver la película directamente.
De verdad, no sé por dónde empezar a hablar de esta película.
La historia gira en torno a Hana, una chica que está estudiando en la universidad y que conoce a un chico, del cual acaba enamorándose, que resulta ser el último hombre lobo de Japón.
Fruto de esa relación, Hana da a luz a dos pequeños: una niña llamada Yuki y un niño llamado Ame. Ambos, al igual que su padre, poseen la habilidad de convertirse en lobos a su antojo.
Al principio todo es alegría y amor en el hogar. Pero un día, el padre muere mientras intenta cazar algo para Hana, y entonces empiezan los problemas para ella. Ahora debe sacar adelante a sus dos hijos, todavía muy pequeños, unos bebés realmente, y no será nada fácil.
Finalmente, ante el riesgo de que alguien descubra el secreto de los niños o de que los Servicios Sociales intervengan, Hana decide irse con sus hijos a vivir al campo, cerca del lugar en el que se crió su padre. Pero al ser un lugar tan aislado, Hana deberá luchar contra la propia naturaleza para sacar a su familia adelante.
Y no voy a decir nada más.

Cuando me recomendaron esta película solo me hicieron una breve sinopsis, y creo que es mejor que vosotros también la veáis así para que experimentéis de primera mano todo lo que tiene esta película para dar.
No voy a hablar de la banda sonora, que es preciosa, ni de la animación, que también es muy destacable, porque creo que en esta ocasión son dos cosas secundarias.
Aquí importan dos cosas: la historia y los feels.
La historia es sencillamente bella, triste y real. Al principio, se dice que podría entenderse como un cuento de hadas y es verdad a su manera, pero cuando la terminas de ver te das cuenta de que esa frase es una de las pequeñas puñaladas directas al corazón que hay en la película porque algo que hace a esta historia un cuento de hadas es que hasta que no lo vivimos no nos damos cuenta de lo maravilloso que es.
Toda la película, salvando las pequeñas subtramas como la de Yuki en el colegio, gira en torno a la misma idea: la capacidad de sacrificio de una madre para sacar adelante a sus hijos, para protegerlos y para que sean felices. Y lo hacen de una manera espectacular.
Y luego están los feels. Cuando digo esto, me refiero a las emociones que te produce la película. Y creedme que literalmente te acribilla casi sin descanso variando entre la felicidad más plena y la tristeza más profunda con un sinfín de matices intermedios.

De verdad, no sé qué decir de esta joya. Os prometo que no exagero cuando digo que te lanza puñaladas al corazón. Durante casi toda la película, solo podía sentir que el pulso se me iba parando y que mi corazón se encogía. Incluso con varios golpes de humor genial sientes que te envuelve por completo.
Y si la recomiendo no es solo porque sea muy buena, que lo es. La recomiendo porque sé que a más de uno puede servirle de recuerdo para no olvidar que hay por ahí una persona, muy cerca de ti, que ha dado todo lo que tenía y lo que no por ti desde que naciste. Y sé que suena triste tener que recordarlo, pero más triste es que se te olvide.