¿Qué ves en la lluvia?
by Un Juntaletras más in
Personal
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15 by September by 2016
Qué es lo que la gente ve cuando mira a la lluvia. Eso es lo que me he estado preguntando últimamente.
Por norma general, se suele asociar la lluvia a la tristeza y se la llega a odiar con una facilidad pasmosa. Supongo que esto se debe a la abundancia del color gris y su significado principal en la cultura occidental. O por la ausencia del sol que sirve como fuente de energía moral y en cierto modo física para los humanos.
Yo también detesté la lluvia durante un tiempo. Pero ahora que miro al pasado, me doy cuenta de que ese odio no se apoyaba en nada. Era simplemente un rechazo por la falta de costumbre en el trato. No estaba acostumbrado a sentir el tacto de la lluvia y, cuando lo hacía, mis padres me regañaban porque me ponía chorreando. Tardé mucho en deshacer el nudo que sujetaba la venda de mis ojos y mi conciencia. Fueron muchos los otoños, inviernos y primavera que pasé suspirando por un verano al que tampoco le tenía ganas.
No recuerdo el momento exacto en el que descubrí la magia de la lluvia, al igual que flotan en el olvido tantas primeras veces de mi vida. Tal vez fuera un día en el que apenas llovía y decidí cerrar el paraguas para sentir las caricias de las frías gotas de agua en mi cara y en mis manos.
Hoy vivo disfrutando cada instante y degustando tanto el presente como el mañana y el buen pasado. Doy buena cuenta de cada época del año independientemente de lo que la gente opine de la misma. Le busco a cada punto negativo su contraparte positiva para disfrutarla al máximo. Pero a pesar de todo, no puedo evitar sentir un amor especial por los días lluviosos y fríos.
Me encanta poder salir a la calle enfundado en una sudadera que me abrace por completo. Me gusta sentir esa ligera brisa que te eriza la piel y te susurra suavemente al oído. Me gusta oír la lluvia; el olor a tierra mojada que deja.
Y ahora, en mi siempre cambiante vida, adoro pasarme las horas mirando a la nada en los días de lluvia, solo escuchando y pensando en un sentido más allá del tradicional que se le tiene dado a la lluvia.
Hace poco oí que lo único que hace la lluvia por nosotros es acercarnos el olor del cielo. Resulta irónico pues que, teniendo en cuenta que uno de nuestros eternos deseos imposibles es el poder tocar el cielo, despreciemos tanto al único enlace directo y seguro que tenemos con él. En cierto modo, se podría decir que tratamos a la lluvia como tratamos a parte de la humanidad. Con la misma hipocresía y cinismo. Y en ello me encuentro en una encrucijada, ya que por un lado, por mi odio a la humanidad, me gusta esa visión, pero precisamente por ese odio me siento obligado a pensar de manera contraria.
Al final, como de costumbre, me puse a pensar sin pensar en nada más.
No veo necesariamente tristeza en la lluvia. Y tampoco veo igual el gris, ya que yo considero que es más bien como el punto medio entre el negro y el blanco que tanto buscamos algunas veces.
Cuando miro a la lluvia veo una efímera y hermosa infinidad de posibilidades que solo disponen de unos instantes para dejar una huella que casi nunca perdura en la realidad que nos interesa pero que sirve de puerta a millones de nuevas vidas cada segundo.
En la lluvia veo tristeza, sí, pero también pasión, miedo, sueños, oportunidades... Veo un mundo que se lava la cara mirando al suelo y un suelo que se lava el mundo mirando a la nada.
Veo en cada gota todas las diferentes opciones de vida que me aguardan. Y a veces, cuando siento que el tiempo a mi alrededor se detiene, me paro a imaginar qué universo se esconde dentro de una gota en concreto.
Me pregunto si esa será la musa que ando buscando en el mar del aire.
Me pregunto, si todas las gotas pudieran hablar, ¿cuántas me amarían? ¿Y cuántas me odiarían? ¿Qué secretos esconden en sus esféricos y transparentes corazones?
Me pregunto, si fuera un humano cualquiera para la lluvia, ¿qué pensaría de mí?
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