Estación Zombie
by Un Juntaletras más in
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24 by December by 2016
Por irónico que parezca, el cine de zombis nunca muere del todo. Siempre están saliendo nuevas pelis, algunas de las cuales son superproducciones que intentan revitalizar el género. Sin embargo, lo que de verdad mantiene a los zombis en alza es The Walking Dead (por mucho que me joda admitirlo) y las pequeñas grandes joyas cinematográficas que se estrenan cada pocos años. Aproximadamente, cada 2 o 3 años se entrena una de estas películas: 28 días después (2002), El amanecer de los muertos (2004), Zombies Party (2004), [REC] (2007). Pero después de esto, a pesar de Zombieland y World War Z, el género de zombies no había vuelto a tener un gran referente justo y merecido. Hasta ahora.
Estación Zombie, o "Train to Busan", rescata parte de esa esencia intimista de las pelis de zombies y vuelve a darles un protagonismo real. Y es que una película de zombies va de cómo reacciona un grupo de supervivientes ante ese apocalipsis, pero resulta que en las últimas grandes muestras se dejaba muy de lado al zombie hasta tal punto que en algunas ocasiones eran algo totalmente secundario. Aquí no. No hay forma de evitar la presencia de estas criaturas cuando están encerradas con los supervivientes en un tren en movimiento o en las estaciones en las que para.
Vale, no es el zombie clásico. Tal vez sea más del estilo infectado de 28 días después o [REC]. Y yo personalmente no apruebo que se levanten tan rápido y con tanta energía pareciendo contorsionistas del Circo del Sol. Pero olvidando todo eso, vuelve a lo que es un apocalipsis zombie: un grupo bastante reducido de supervivientes y muchos, muchísimos, millones de zombies en masa provocando la imposibilidad de poder hacer otra cosa que no sea huir. Y sin necesidad de ver el final sabes lo que va a pasar porque aquí no se esconden en ningún momento: no hay ningún sitio seguro al que ir. Puedes seguir escapando matando a unos pocos por el camino, pero al final te vas a ver rodeado por los millones de zombies que hay en el mundo.
Y como decía, retoma un punto de vista mucho más íntimo y desaparecido en las últimas películas. Aquí tenemos a un hombre de negocios de una gran empresa, un capitalista de pro que piensa que la única forma de sobrevivir a todo esto es actuar de forma individual y por el beneficio propio. Actitud que cambiará cuando vea a unos pocos actuar como un grupo sólido intentando que todos sobrevivan. Por lo tanto tenemos el clásico dilema moral de si se debe ser altruista o no en un apocalipsis zombie con el añadido político del capitalista que rectifica.
Por otro lado, volvemos a ver quiénes son los malos en este género. No, no son los zombies. Los zombies solo hacen su trabajo: comer gente. Ellos no tienen culpa, la vida les ha hecho así. Y cualquiera puede vovlerse zombie en un mal día. ¿A quién no le han arrancado medio cuello y ha sentido el impulso de comerse a su madre? Pues eso, que los malos no son ellos. Son los humanos que pisotean a otros para sobrevivir. Nuevamente, la visión política cobra peso con el capitalista que no rectifica.
Pero volvemos a la esencia: da igual lo que hagas porque el final va a ser el mismo para ti, persona que ayudas a otros, que para el primero al que le mordieron la mano.
Y a nivel técnico tengo que reconocer que me ha sorprendido muy gratamente. En cuanto a efecto especiales, bueno, es una película de firma oriental y tienen su propio estilo, que en el fondo se agradece por traer algo diferente a las americanadas de todos los días. Pero lo mejor puede que sea la dirección. La película está repleta de escenas visualmente impactantes usando movimientos de cámara bastante suaves para lo que se está filmando. Y el momento en el que unos supervivientes tienen que abrirse paso por varios vagones llenos de infectados es sencillamente aterrador manteniendo de principio a fin una tensión mágica a aderezan con ideas tan brillantes como el paso del túnel o el uso de extintores.
En resumen, si os gustan las películas de zombies no podéis dejar pasar esta.
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