Cowboy Bebop (SPOILERS)

Muchas veces resulta muy fácil, demasiado, colocar en el saco de las buenas cualquier obra de culto por el simple hecho de haber formado parte de tu infancia o te la de alguien. Sin embargo, pocas series de culto merecen tanto su valoración de obra maestra como Cowboy Bebop. Y es difícil que yo sienta tantísima devoción por una serie que aparentemente empieza sin una historia fija y basando su fuerza en episodios aparentemente aislados, pero todo es eso, una mera apariencia.
Cuando te detienes a ver la serie de verdad, y no hace falta avanzar mucho para ello, te das cuenta de que cada episodio es más que metraje de relleno para abultar una pequeña trama que se desarrolle cada x episodios. En cada uno de los 26 capítulos que componen esta serie tenemos historias totalmente diferentes, con algunos personajes que se nos quedarán grabados en la memoria o en el alma y que una carga de profundidad fuera de cualquier expectativa.
Hay una historia principal, la de Spike, llena de venganza al más puro estilo western, pero cada una de las historias que se cuentan en la serie invitan a una profundísima reflexión sobre tema tales como la soledad, el honor, el poder, la identidad de uno mismo como individuo o como parte de algo superior, el valor del pasado o el valor de la vida frente al amor y otros valores. Todo se envuelve en comedia y acción, pero es imposible apartar el velo dramático y filosófico con el que carga la serie y que tan bien le sienta.
Pero no solo de hacerte pensar vive este anime. Seguramente lo más destacable sea el maravilloso guion que presenta.
Parte de la magia de la serie reside en que nos sitúa en un futuro relativamente próximo (2071) pero terriblemente caótico debido, entre otras razones, a la ingente cantidad de delincuentes que surcan el espacio. Y si es así, debe haber un pasado al alcance de la mano para cada uno de los personajes. Ese pasado que algunos quieren borrar y que otros ni si quiera pueden recordar. En la revelación del origen de cada uno de los personajes es donde se hace grande la serie.
En cualquier otra historia, el autor haría una analepsis y contaría en pocos minutos el punto de partida y los motivos que mueven a un determinado personaje. Pero aquí no. Aquí se utiliza un pequeño fragmente, a veces una simple frase, para sumar una pista al enigma de uno de los protagonistas. En el siguiente episodio se repite la operación, pero esta vez se aporta información sobre alguien distinto. En el siguiente, igual. De este modo se consigue repartir toda la información vital de cada personaje a lo largo de toda la serie añadiendo pequeñas muescas cada tres o cuatro episodios. Y todo ello para hacerlo encajar en un final de infarto que te revienta por dentro igual que a los personajes.
Has visto como Ed y Ein crecían en la nave junto a los demás para acabar marchándose en busca de un futuro incierto.
Has sufrido con Faye cada parte de su proceso de recuperación de memoria para descubrir la desoladora realidad con la que ha cargado todos estos años sin saberlo.
Has visto en Jet a un amigo leal que ha sufrido lo indecible y que ahora se ve obligado a dejar marchar a su mayor camarada rumbo a un destino fatal e inevitable.
Has vivido con Spike el dolor de tener que abrir heridas que creías cerradas para caer en una absoluta locura en la que ya no hay dolor y sí un único objetivo.
Y al final, ¿qué es real? ¿Cuándo morimos de verdad? ¿Qué parte de nuestro pasado no ha sido más que un sueño? ¿Cuándo despertamos, si es que lo hacemos alguna vez?
No sé si me habré explicado con el mínimo de justicia que se merece esa joya. Lo dudo.
No hay blanco ni negro en el azul.
Bang.