Pokémon. Mewtwo vs Mew.
by Un Juntaletras más in
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15 by March by 2017
A la hora de afrontar esta review me encuentro con el dilema de si debo enfocarla desde una perspectiva más seria o de si debo sacar al fanboy que llevo dentro. Y al final voy a hacerle caso a una amiga: vamos a empezar con seriedad que ya saldrá solito el fanboy. Y sí, voy a hacer SPOILERS.
En primer lugar, Pokémon se ha caracterizado siempre por un corte infantil y un enaltecimiento de la amistad, la lealtad, el respeto, la ecología y otros muchos valores y elementos que los niños pueden entender con suma facilidad. Sin embargo, no es raro encontrarse, tanto en la serie como en las películas, los especiales y los juegos, algunos guiños hacia temas más adultos como la globalización, la conservación de culturas y tracidiones y algunas cuestiones filosóficas.
En la película de la que hablamos hoy están presentes la amistad y la defensa de la vida sin importar su condición, pero también hay una más que notable influencia y presencia directa de la filosofía de Ortega y Gasset, claramente visible en el final con la frase de Mewtwo tras su desarrollo definitivo como personaje: "Ahora veo que las circunstancias en que uno nace son irrelevantes. Es lo que haces con el don de la vida lo que determina quién eres".
Y es que Mewtwo resulta ser un personaje muy interesante. De hecho, me arriesgo a decir sin miedo que el Mewtwo que vemos en esta primera película es uno de los personajes más destacables de toda la franquicia. Se trata de un pokémon creado en un laboratorio para servir a los humanos, que ha sido engañado y que no tiene un sitio propio en el mundo. Cuando se da cuenta de ello escapa pero mantiene en una idea ardiendo en su cabeza: venganza. Venganza contra los humanos, todos, por tratar de una forma tan despreciable a los pokémon. Y venganza también contra los pokémon que se han dejado dominar y humillar por los humanos para servirles, inlcuso bajo una falsa amistad. Este es el pensamiento desde el que Mewtwo parte en su camino para dominar el mundo provocando una extinción en masa y salvando únicamente a los pokémon salvajes y a sus clones mejorados.
A fin de cuentas lo único que hace es buscar su lugar en el universo y el sentido de su vida. Un sentido que solo alcanza a conocer cuando presencia a Ash sacrificarse para detener la batalla, lo cual produce una revelación definitiva en el personaje. Pero hasta entonces él está muy cómodo siendo consciente de su superioridad como pokémon más poderoso del mundo, por lo que no teme en desafiar a los que él considera aptos para presentarse al mundo. Es frío y despiadado. Y tampoco se saca de la cabeza la idea del destino, tanto el que le espera a él como el que le espera a todo el mundo. Si Pokémon no fuera para niños no dudo que alguien habría aprovechado este personaje para envolverlo aún más de maldad y mostrar de forma mucho más directa su crueldad. Tal vez hubieramos visto así un nuevo Darth Vader.
Pero como no podía ser de otra manera, Mewtwo tiene una contraparte. Un pokémon infinitamente más suave tanto en forma como en personalidad. Un pokémon que refleja una bondad absoluta y que parece tener la inocencia de un niño, pero que al mismo tiempo posee un enorme poder capaz de frenar a Mewtwo. Un pokémon al que solo se puede amar. Mew.
Y cuando digo que es totalmente distinto me refiero a que ya desde el inicio la primera imagen que tenemos de Mewtwo es él mismo encerrado en un laboratorio y arrasándolo completamente, mientras que en la primera imagen de Mew lo vemos en plena naturaleza, en una burbuja bajo el agua de un río en una selva. A Mewtwo lo vemos siempre con cara de mala leche y muy arrogante, mientras que Mew se lo pasa bomba dejándose caer entre las aspas de un molino de viento y jugando al escondite con el Team Rocket. Mientras que la Bola Sombra de Mewtwo es negra con las chispas blancas, la de Mew es blanca con las chispas negras. Incluso los movimientos de Mew son siempre circulares y suaves, como jugando consigo mismo, a diferencia de la pose estática de Mewtwo durante casi toda la película.
Pero esta búsqueda de la identidad por parte de la razón (Mewtwo) y el sentido de la justicia del corazón (Mew) quedan en un segundo, tercer, cuarto, quinto... Se salen del plano en el momento en el que Ash aparece entre el humo con esa música militar épica y vemos detrás de él a todos los pokémon que Mewtwo había secuestrado. En el momento de Pikachu subiento esa inmensa rampa de caracol también es fácil perder la noción del tiempo y de la vida, pero con el paroncito del laboratorio, que dura nada, ya se hace imposible la comparación con esa escena casi (o no) orgásmica. Pero la emoción alegre dura poco. Concretamente hasta que empieza el gran combate entre originales y clones y comienza a sonar Brother, my brother. ¡Qué canción! Ese intervalo de música con los pokémon peleando te aprieta el corazón, pero lo que viene justo después... Esa puta pieza musical con las mismas imágenes pero mucho más dramáticas... Joder...
Otro de los mensajes principales y más claros de la película es el canto pacifista, que si bien se empieza a notar desde más o menos la mitad de la cinta, en el primer discurso de Mewtwo, llega a su climax en mitad del combate con algunas reflexiones directas de personajes como "¿qué puede salir de esto? Nada más que dolor", "preferiría jugarme la vida bajo la tormenta de Mewtwo que ver cómo esos pokémon se destruyen entre sí" o "tenemos mucho en común: la misma tierra, el mismo aire, el mismo cielo. Puede que si empezamos a fijarnos en las similitudes en vez de en las diferencias.. Bueno, ¿quién sabe?" Aunque lo más desgarrador es ver a Pikachu por los suelos, machacado y abofeteado por su clon, que llega a llorar, mientras el original se niega a combatir.
Y por si te creías muy fuerte y valiente, llega un nuevo momento para llorar. Ese en el que Ash se lanza entre los ataques finales de Mew y Mewtwo para detener la batalle, recibiendo ambos impactos y petrificándose. Pero no te duele eso. Lo que te rompe el corazón, lo que te arrastra el alma por el fango es ver la desesperación de Pikachu gastando sus últimas fuerzas en despertar a Ash y sus lágrimas ante la imposibilidad de lograrlo. Lágrimas que empiezan a derramar todos los demás pokémon y que van a parar a Ash, en consonancia con la leyenda que nos cuentan al principio en el puerto. Primero le llegan las de Squirtle, luego las de Charizard, luego las de Bulbasaur, sus más fieles amigos. Y finalmente, las lágrimas de su inseparable compañero. Y todo ello acompañado de los quejidos y los gritos de dolor de los pokémon y una partitura sencillamente preciosa. Yo he visto hace nada otra vez la película y me no puedo hacer otra cosa más que reconocer, con orgullo, que he llorado con esa escena igual que cuando era un crío.
La película tiene sus fallos, algunos buscados a modo de easter eggs, pero no voy a mencionarlos. Porque me dan igual. Porque sé que esta película dista de ser perfecta. No está ni cerca de ello. Pero es mi Jack Lemmon en "Con faldas y a lo loco", y la amo por encima de todo.
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