Mamoru Hosoda vs Makoto Shinkai
by Un Juntaletras más in
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4 by July by 2017
Si me habéis leído alguna vez ya sabéis cuál es para mí el resultado de enfrentar a estos dos directores. Pero a pesar de ello, no quiero que os alejéis de ninguno por mi opinión. Tienen estilos muy diferentes y de ambos se pueden extraer cosas de mucho valor. Pero creo que es bueno y necesario comparar obras y autores para adquirir una visión mucho más amplia y desarrollada, así que allá vamos.
En primer lugar, me gustaría remarcar que tanto Mamoru Hosoda como Makoto Shinkai son autores por encima de todo. Esto significa que con unos pocos segundos de cualquiera de sus películas es fácil identificarles. Y, para bien o para mal, no es nada fácil lograr algo así en una industria tan compleja como la cinematográfica en la que muchísimos directores sucumben a los cánones establecidos y apenas se arriesgan a innovar o a buscar su propio camino porque ya hay una forma de hacer las cosas rentables (esto tiene un asterisco de cara al final).
En el caso de Hosoda, la ventana por la que nos asomamos a su estilo es la construcción de los personajes. En todas sus películas destaca de una manera brutal la riqueza en la variedad de personajes que, además, suelen estar perfectamente caracterizados con muy pocos trazos. En Wolf Children, por ejemplo, solo necesitamos unos segundos al inicio para saber que Hana es una chica atenta, amable y simpática aunque la situación no lo merezca. Y eso se ve en cualquier punto de la película entre los demás rasgos de su personalidad. Por supuesto, tanto Hana como el resto de sus personajes sufrirá una transformación a lo largo de su historia, pero su personalidad final también se identifica sin ningún problema con apenas una escena.
Por su parte, Shinkai ha creado prácticamente un sello de calidad estética en el mundo de la animación. Solo con decir que una película es de Makoto Shinkai es suficiente para tener confianza en que al menos será un deleite audiovisual. Y, del mismo modo, diferenciar un frame cualquier de cualquier de sus obras del resto de películas anime es como diferenciar el blanco del negro. Una vez que has visto una de sus cintas, ese estilo inconfundible se te queda impregnado en la retina durante años. Y sí, algunos han intentado copiarlo sobrecargando cuadros, utilizando paletas de colores poco habituales, usando colores donde no deberían estar... pero ninguno de esos intentos llega al nivel de Shinkai.
Sin embargo, esto no excluye que ambos directores sean buenos en lo mismo que el otro. Las películas de Hosoda desbordan belleza en cada imagen. Y Shinkai parece estar dando pasos de gigante en el desarrollo de sus personajes y sus historias, aunque todavía tendremos que esperar un poco para poder decir que es uno de sus puntos fuertes.
Pero esto es solo la punta del iceberg. Para analizar a estos dos directores debemos buscar las características comúnes en sus obras. Tanto Hosoda como Shinkai narran historias de relaciones entre sus personajes, y esta es la primera diferencia de peso entre ambos.
Shinkai coloca siempre en el eje de sus películas el amor. Ya sea en mayor o menor medida, todas sus historias giran en torno a un amor que, habitualmente, deja un sabor muy amargo al terminar. Y no es malo que haga esto si tomamos cada película de forma individual, pero si analizamos el conjunto de su obra se muestra como un problema de falta de originalidad. Está muy bien buscar distintos tratamientos para un mismo tema, pero cuando te centras tanto empieza a chirriar.
Ahora vayamos a la filmografía de Hosoda. Si bien es cierto que en todas sus películas hay un componente de amor romántico tradicional, la explotación del mismo es muy superficial y secundaria. En el caso de Summer Wars, por ejemplo, es algo que se ve venir desde el principio, pero lo aparta casi por completo hasta el final dejándolo como un alivio cómico durante la mayor parte del tiempo. Hosoda se centra en relaciones personales de amor, pero de amor entre amigos o entre la familia, y abriéndose solo a estos dos campos consigue una mayor variedad temática de la que Shinkai puede alcanzar solo con su amor tradicional.
Pero se puede profundizar más siguiendo la línea argumental.
Hosoda parte siempre de dos ramas temáticas o estilísticas en lo que a narrativa se refiere. En todas sus películas combina retratos realistas que van incluso a lo costumbrista con representaciones fantásticas, generalmente de esa misma realidad. Esto le permite no solo simultanear dos formar de contar una misma historia sino también narrar cualquier historia que le permita la creación fantástica.
En cambio, Shinkai trabaja mucho menos la fantasía en favor de una narración más realista o que intenta ser más realista. De sus mayores obras, solo una aborda lo fantástico, y lo hace concediéndole un peso nunca antes visto en su filmografía y con una ejecución soberbia y brillante. Sí, está Viaje a Agartha, pero me atrevería a decir que en esa película no está especialmente cómodo, así que voy intentar evitarla lo máximo posible por hacerle un favor.
La gran diferencia llega a la hora de desarrollar las películas, tanto la historia como los personajes.
En este aspecto, Shinkai pierde muchísimo terreno. Casi todas sus obras parten de una premisa muy simple o tópica que nunca evoluciona por el mejor camino. En el mejor de los casos, sin contar Kimi no Na wa, que es la excepción de cualquier regla aplicable a su filmografía, su películas desfilan de principio a fin por el mismo alambre. Pero lo normal es que tengan unos cimientos muy inestables o que se tuerzan sin razón aparente.
Y con los personajes es casi peor. No hay ni un solo personaje en su filmografía con el me quede días después de ver su película. Incluso mientras las veo me cuesta la vida sentirme atrapado por un personaje suyo. No tienen una personalidad inicial que invite a prestarles atención y la evolución que puedan sufrir no me hace, al menos a mí, apreciar grandes cambios lógicos. Porque sí, en 5 centímetros por segundo el protagonista sufre un cambio drástico, pero a día de hoy sigo sin entender por qué. Y sí, Kimi no Na wa sí tiene un par de personajes perfectamente escritos, pero lo repito: es una excepción a todas sus reglas.
Y si Shinkai no es capaz de llegar a eso, Hosoda se luce cada vez que puede.
Existe una regla no escrita en la literatura y, por proximidad, en el cine que dice que si puedes contar una historia con menos personajes o detallandolos menos, hazlo. Y es muy básico y esencial, sobre todo para los que no tienen mucha experiencia escribiendo, porqueal introducir muchos personajes y al caracterizarlos al detalle es muy fácil cometer errores estúpidos pero de bulto. Pues bien, Hosoda se lo pasa por el forro.
Si veis Wolf Children o, mejor ejemplo, Summer Wars, comprobaréis que este tío tiene un talento abrumador para crear decenas de personajes totalmente diferentes y perfectamente perfilados de forma que podamos reconocerlos a todos solo con algunos de sus rasgos y sin que esto entorpezca la narración.
Pero es que Hosoda todavía está un paso más por delante de Shinkai.
No me queda más remedio que aplaudir Kimi no Na wa por quincuaségima vez. Es una película que podía haber firmado cualquiera de los grandes, incluso con sus fallos y con el reconocimiento del propio Shinkai diciendo que está muy lejos del nivel de las obras maestras de Miyazaki, lo cual me parece muy acertado por su parte. Pero si sacamos esa película de su filmografía, lo que nos queda es un director aprendiz.
Ya lo dije la otra vez, Makoto Shinkai todavía está muy verde en lo que a dirección se refiere pero demuestra un potencial inmenso. El problema es que van cinco películas como autor y en la inmensa mayoría, la mayoría de planos y encuadres no se aprovechan al máximo ni de lejos. Es cierto que no resulta especialmente complicado ver es sus películas diferentes elementos que él mismo se ha encargado de hacer evolucionar para su beneficio, pero algunas veces llega al nivel de obsesionarse con esas cosas y tiene más obsesiones de las que puede soportar un estilo. Por si fuera poco el centrar todas sus historias en el amor más típico posible, parece como si Shinkai tuviera complejo de Sheldon Cooper con esa fascinación desmedida por los trenes que, vale que sirvan como metáfora (nada original) del ir y venir de oportunidades y el cruce de caminos/destinos y la densidad nada sana de las grandes ciudades japonesas, pero hay más formas de exponer eso. Y por suerte parece que está aprendiendo a limitar el preciosismo en su obra, pero como se le vuelva a ir la mano otra vez va a dar igual la historia que cuente porque va a tener detrás la animación, y eso es una gran carga a sus espaldas.
Y respecto a lo de que Shinkai es el nuevo Miyazaki, ya lo comenté en su momento pero haber leído ahora la entrevista en la que él mismo reconoce que no es nadie en comparación al genio de Ghibli me sirve para profundizar en la idea de que si hay un autor de cine de anime que se parezca a Miyazaki, ese es Hosoda.
Tal vez le falta el plus de universalidad que tiene Shinkai, pero sus características detrás de la cámara son las que más se asemejan, desde mi inculto punto de vista, a las del maestro. Podéis pasaros por las reviews de sus películas que ya he traído aquí para tener una idea más clara de lo que hace Hosoda, pero tendrías que ver las películas para entender por vosotros mismos cómo consigue que nos apeguemos tanto a sus personajes igual que nos apegábamos a los de Miyazaki.
Objetivamente, Hosoda me parece un director muy superior a Shinkai, pero todavía le falta algo para llegar al nivel de los que, para mí, son los directores más grandes que ha parido el anime (y hablo solo de cine, no series). Quizás le falte una historia mucho más oscura, no tanto digo ya un Perfect Blue pero a lo mejor sí una obra con la profundidad y la "madurez" de La Princesa Mononoke. Y dado que ya ha anunciado que su siguente cinta seguira su línea familiar, creo que tendremos que seguir esperando para ver si decide dar el salto o si prefiere mantenerse en su zona de confort que tan buenos resultados le ha dado hasta ahora.
El que lo tiene más complicado para entrar al Olimpo es Shinkai. Es cierto que su momento para explotar definitivamente es este, pero también es el momento en el que un tropiezo puede hundirle artísticamente. Evidentemente, Kimi ni Na wa es un salto de calidad gigantesco en la carrera de este director, pero se quedará solo en un destello de genialidad si no vuelve a firmar un trabajo igual de bueno o mejor en alguna de sus próximas dos películas. Y si es tan humilde como parece, un gran tropiezo podría significar mucho más que una estampada en la taquilla o el rechazo de la crítica.
Pero yo confío en él. Confío porque parece que ha ido madurando cada vez más hasta pasar de películas para adolescentes sin más transfondo que el humano de sus personajes (que no es baladí) a una obra en la que se reflejan muchísimas más inquietudes, reflexiones, miedos, aspiraciones, sueños... Una obra con un guion soprendente y con un trato muy mimado a la tradición nipona, recuperándola cuando parecía perdida en el anime de primer nivel y equiparándola al Japón actual de megalópolis.
Además, por suerte, nosotros no tenemos que elegir entre estos dos ni entre nadie. Podemos consumir todo el arte que queramos o podamos porque de (casi) todo se puede extraer algo positivo. Así que si os gusta el anime pero todavía no habéis visto nada de estos autores, o si estáis pensando iniciaros en el mundillo, creo que no es mala idea hacer un ciclo que confronte a los dos directores de anime más mediáticos del momento pero siempre para disfrutarlos.
Es cierto que Shinkai es un director fundamentalmente comercial y se deja atar mucho por lo que quiere el público y lo que le exigen desde arriba, pero que a nadie se le olvide hubo un señor al que tuvieron que convencerle con dinero para que decorara y diera vidilla a la Capilla Sixtina.
Igual ahora sí que le he puesto el listón muy alto... Bueno, el tiempo dirá.