Introducción a la discapacidad IV
by lauranna95j in
Personal
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14 by August by 2017
Bueno, en vista de que os ha ido gustando el tema os dejaré un par de curiosidades más para matar el gusanillo.
Lo primero y esencial, aunque supongo que no es la primera vez que oís este aviso, NUNCA toquéis, acariciéis ni llaméis la atención a un perro guía sin el consentimiento de su usuario. Esto no es porque sean peligrosos, sino porque están trabajando y cualquier distracción puede conllevar un accidente para él y el usuario al que está guiando. Sé que hay muchos amantes de los perros que querrían acariciarlos e, incluso, darles algo de comer pero por favor NUNCA lo hagáis a menos que su usuario os dé permiso, y tampoco os dirijáis directamente a estos perros, SIEMPRE primero a la persona que los acompaña. Esto también es aplicable a los cachorros de instrucción que suelen ir identificados por un peto amarillo en el que ponga que se trata de un perro en formación.
Ahora hablemos de los bastones. Hay distintos modelos para adaptarse a cada necesidad. Los hay muy finos y ligeros que se suelen usar para comunicar al resto, que la persona que lo lleva no ve bien y es posible que necesite que se aparten los demás peatones, para localizar grandes obstáculos o medir el tamaño de un escalón; estos no están hechos para ir arrastrándolos por el suelo delante del usuario, suelen llevarse en vertical un poco por delante del cuerpo para que sea visible, de este modo se hacen notar como personas con algún problema en la visión que pueden requerir alguna ayuda en determinada situación. Algún ejemplo de ayuda que pueden necesitar: para identificar el nº del autobús o metro que acaba de aparecer en la parada, si es buen momento para cruzar la calle, en un supermercado distinguir algún producto…
Después hay unos bastones intermedios que pesan algo más que estos primeros y cuya contera (extremo inferior del bastón) es algo más gruesa con la que recabar más información. Estos suelen arrastrarse por el suelo, no necesariamente por todo el camino, a veces muy puntualmente, para conseguir información como la de localizar un paso de peatones, un bordillo o la entrada a una tienda. Normalmente los usuarios de estos bastones tienen un resto visual útil menor a los usuarios del primero y necesitan completar la información que no les proporciona, su visión, mediante el bastón. Pueden necesitar, o no, ayuda para cruzar calles, para distinguir productos o marcas, colores, para saber si el autobús o metro que van a coger es el adecuado y, si no hay señales sonoras, en qué parada bajar.
Y el tercer tipo es para los que menor visión tienen o no tienen ninguna. En estos las conteras son mayores y pesados, y pueden ser más largos (la longitud depende de la altura del usuario, lo normal es que, apoyados en el suelo, el extremo superior les llegue a la mitad del esternón) si el usuario lo requiere. Con estos bastones el usuario debe conseguir toda la información que la vista no pueda darle y necesite para moverse, así como alertar a la población de que el usuario no los ve o no bien, al menos. El movimiento normal que se describe con estos bastones es con el codo al lado de la cadera y moviendo el bastón en abanico, abarcando el ángulo aproximado de un hombro al otro, barriendo lo que queda delante de la persona para que esta sepa por dónde va a pasar y qué va a encontrar en su camino. Pero como en todo cada uno acaba haciéndolo como mejor le funcione.
Según mi experiencia la reacción de la gente al ver a una persona usando “bastón de ciego” se puede dividir en 3:
-Mira, se queda quieto mirando y cuando el bastón hace contacto, entonces se apartan con un pequeño brinco como asustado, pero sigue sin moverse, por lo que cuando el cuerpo que sigue al bastón llega a su altura, ambos chocan. Si a mí me pasa esto, automáticamente me disculpo, pero debería haber sido la otra persona la que lo hiciera pues me estaba viendo en todo momento y no reaccionó.
-Mira, no hace caso y sigue a lo suyo. Estas reacciones me las he encontrado sobre todo en escaparates, gente que está mirándolos, se fijan en que voy en su dirección y vuelven a sus escaparates. Cuando finalmente llego a ellos ocurre lo mismo que en la anterior reacción.
-Mira y cuando se da cuenta de lo que ve se aparta. En principio bien, es lo que hay que hacer, pero los hay que tienen instinto de novillero y más que apartarse me hacen un recorte. Esto aparte de una estupidez es inútil, resulta que apartan los pies para que no les dé el bastón pero el resto del cuerpo ocupa el mismo espacio así que a los 2 segundos… otro choque.
Sé que he dicho que había 3 reacciones pero esas son las que me molestan, en realidad hay más. La mejor y la correcta es apartarse de la trayectoria del bastón y, sobre todo de la persona. Otra que si bien no es buena, la entiendo muy bien, se trata de cuando los niños pequeños se quedan mirando fascinados y no saben qué tienen que hacer; pero la mejor es cuando un niño aparta a su padre o madre, que está distraído hablando o viendo escaparates y le dice “mamá deja pasar que no ve” Esta última me ha pasado muy poco pero me encanta que a esas edades sean más responsable que los mayores.
En fin no quiero acabar sin un dato que aprendí hace relativamente poco gracias a una amiga, aparte del típico bastón blanco existen otros que alternan el blanco con el rojo, esto indica que esa persona tiene problemas tanto de visión como de audición. Esto no quiere decir que no vea ni oiga nada, solo que tiene ambos sentidos afectados, puede que uno de ellos por completo o puede que ninguno, pero tenedlo en cuenta si tenéis que comunicaros con ellas.
Y como os comenté, para ofrecer vuestra ayuda a estas personas no os limitéis a hablarles porque pueden no darse por aludidos, acercaos y con un pequeño contacto en el hombro o el brazo llamáis su atención y les preguntáis si necesitan ayuda, si os dijeran que sí no seáis vosotros quienes les agarréis y tiréis de ellos, dejad que elijan como les es más cómodo que les ayudéis y cómo quieren, o no, agarrarse.
Muchas gracias por vuestros comentarios, hasta la próxima.
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