Ser temerario o prudente es innato
by SackPlanet in
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3 by November by 2017
En buena medida, vivir consiste en tomar decisiones, un ámbito del comportamiento humano estudiado por psicólogos, neurocientíficos y economistas desde múltiples puntos de vista.
Porque nuestra personalidad se pone de manifiesto en esas elecciones cotidianas: ¿aguanto en este trabajo que me aburre soberanamente o me lanzo al vacío a buscar algo más interesante? ¿Guardo mi dinero en el banco o lo invierto en bolsa? ¿Contrato un viaje organizado a Vietnam o me alquilo un coche y recorro el país por mi cuenta?
Es decir, ¿tiendo a ser prudente o no me importa arriesgarme?
Ser propenso a tomar riesgos es como el coeficiente intelectual, que permanece estable a lo largo de nuestra vida.
Pues según un amplio estudio realizado por expertos de la Universidad de Basilea, en Suiza, y el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, en Alemania, con apoyo financiero de la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia, esta predisposición en uno u otro sentido es como el coeficiente intelectual, una constante psicológica que permanece estable a lo largo de nuestra vida. Somos y seremos siempre más o menos temerarios, al margen de las circunstancias y de las decisiones que finalmente adoptemos.
Esta es su conclusión tras analizar la personalidad de 1.507 adultos de entre 20 y 36 años a quienes sometieron a tres tipos diferentes de pruebas: informes realizados por los propios voluntarios sobre su propensión a tomar riesgos en situaciones hipotéticas, tests experimentales con incentivos económicos y entrevistas sobre su comportamiento diario.
Para asegurar la solidez de los resultados, repitieron todos los tests a 109 participantes seis meses más tarde.
Una llamada de atención
Uno de los descubrimientos más interesantes del trabajo, publicado en las revistas científicas Science Advances y Nature Human Behaviour, es que la reacción ante circunstancias reales e hipotéticas era significativamente muy similar. Las divergencias se producán en los tests experimentales, y solía depender del formato de la prueba.
Así, los voluntarios respondían de forma diferente si el riesgo se presentaba concretamente, como parte del juego que se les proponía, o de una forma más abstracta.
Los investigadores creen que este tipo de experimentos –los preferidos por los economistas– suelen proporcionar una imagen inconsistente y difícil de explicar con teorías unificadas de la toma de riesgos, como ha señalado Jörg Rieskamp, director del Departamento de Psicología Económica en la Facultad de Psicología de la Universidad de Basilea, que ha participado en la investigación.
Y así ha valorado Ralph Hertwig, director del Centro para la Racionalidad Adaptativa en el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, la importancia del nuevo estudio: "Es una llamada de atención a los investigadores para que reconsideren el modo en qué se miden los rasgos psicológicos. Está claro que tradicionalmente no se ha establecido una preferencia previa por tomar riesgos o no en diversas situaciones, mientras que nuestro trabajo (basado en el testimonio de los participantes y en las decisiones reales de su vida) revela que sí existe un factor general, que puede considerarse un rasgo de carácter estable en el tiempo. Este hallazgo hará posible buscar las bases biológicas de la conducta arriesgada en estudios futuros", confía el experto.
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