Dimitir no se conjuga en español: las mentiras que tumbaron a políticos extranjeros
by Koke007 in
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21 by March by 2018
Alemania, Hungría o Rumanía han visto caer políticos de todos los colores por casos de plagio y mentiras en los expedientes académicos.
La mañana del 21 de marzo, El Diario ha publicado la exclusiva: de acuerdo a sus investigaciones, la presidenta de la Comunidad de Madrid Cristina Cifuentes habría conseguido un título de Máster de forma fraudulenta.
Concretamente, habría sido una funcionaria de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), a las órdenes de un profesor, la que habría modificado las notas en la intranet de la URJC. De un plumazo, las calificaciones habrían pasado de “No presentado” a “notable”.
Una de las asignaturas incluye el Trabajo de Fin de Máster que, de acuerdo a las normativas, no puede presentarse sin haber aprobado antes el resto de créditos del curso. De acuerdo con esto, Cifuentes habría tenido que matricularse de nuevo para recibir el Máster en Derecho Autonómico que lista en su web. Sin embargo, ni los tiempos, ni los pagos correspondientes, cuadran con la fecha en la que Cifuentes obtuvo el título.
A falta de conocer explicaciones verosímiles que la misma Cifuentes o su partido proporcionen en las próximas horas, es posible que el escándalo tenga consecuencias políticas. En España, hay casos en el pasado con parecidos razonables. Uno de los más conocidos es el de la “tesis doctoral fantasma” de Francisco Camps, que permaneció sin publicarse hasta la presentación de un requerimiento oficial por las Cortes Valencianas.
Un profesor de derecho, Jorge Urdánoz, realizó un análisis exhaustivo de la tesis doctoral, encontrando decenas de ejemplos de plagios y “corta y pegas”. En cualquier caso, fuera de nuestras fronteras estos asuntos son normalmente más serios y han arruinado la carrera de más de una joven promesa, como Cifuentes.
CRISTINA, NO ESTÁS SOLA
Alemania, a menudo presentada como modelo de ejemplaridad en lo que respecta a las responsabilidades públicas, ha tenido varios casos sonados. En el país, el rango de doctor otorga un gran prestigio social. No en vano, con una mezcla de sorna y respeto, el exministro griego Varoufakis se refería a su colega alemán como “Dr Schäuble”.
La búsqueda de este prestigio quizá explique el desliz de la política del partido socialdemócrata Petra Hinz, que empezó mintiendo en su juventud sobre su formación legal. Dos diarios publicaron que, en realidad, Hinz ni siquiera había aprobado el examen de acceso a la universidad; por tanto, jamás se habría graduado ni ejercido como abogada. La política eligió pidió disculpas y eligió no presentarse a las siguientes elecciones.
Este primer escándalo se expandió a otra media docena de “falsos doctores” alemanes, con la anulación retroactiva de los títulos por parte de las universidades responsables. Uno de los casos más paradójicos es el de la antigua ministra de Educación e Investigación, Annette Schavan, quien dimitió. La Universidad Heinrich Heine votó para retirarle el doctorado tras confirmar el plagio en su tesis doctoral.
El que hizo más daño al partido de Merkel, sin embargo, fue el caso del “político más popular de Alemania”, Karl-Theodor zu Guttenberg. De origen aristócrata, el antiguo Ministro de Defensa era percibido como el sucesor ideal de Angela Merkel. Pero la publicación constante de noticias sobre la veracidad de su tesis doctoral le llevó a la dimisión.
En las elecciones internas para puestos ejecutivos en los partidos alemanes, los doctorados otorgan un grado mayor de reconocimiento: la tentación, para los políticos profesionales, es muy elevada.
Esto también sucede en otros países de Centroeuropa, como por ejemplo Hungría. Allí, el entonces presidente Pal Schmitt dimitió tras las acusaciones de plagio de parte de su tesis doctoral.
Igualmente, uno de los países más llamativos por la profusión de casos de plagio y falsedad es Rumanía. Allí, numerosos altos cargos, como el viceprimer Ministro Zsolt Semjén, habrían plagiado sus tesis de Máster y doctorado. Sin embargo, los votantes rumanos no castigaron a los sospechosos de fraude en las elecciones.
Comprensiblemente, el poder del gobierno sobre presupuestos universitarios explicaría la timidez de algunas investigaciones sobre “currículums adornados” de altos cargos en ese país.
El título de doctor no es tan vital para triunfar en la política en países anglosajones. Allí, perfiles anti-intelectuales como Donald Trump o Boris Johnson pueden perfectamente alcanzar los puestos más altos del ejecutivo. Ciertamente, mentir ante el poder legislativo si es motivo de dimisión.
Un caso reciente es el del ministro británico Damian Green, subordinado de Theresa May. Green mintió en Westminster sobre su consumo de pornografía en los ordenadores del Parlamento. Es esa mentira, y no el uso de la pornografía, lo que le obligó a dimitir.
Un caso singular en el terreno académico es el del Ministro sudafricano, y antiguo militante en el exilio del partido de Nelson Mandela, Pallo Jordan. Como activista anti-apartheid, muchos de sus admiradores quedaron decepcionados al mentir en su currículum sobre su inexistente doctorado. Jordan dimitió tras publicarse las revelaciones.
¿Tiene nuestro país el mismo estándar para el currículum de los políticos? Tras asistir a la comisión de investigación sobre financiación irregular del Partido Popular, con estas acusaciones esta podría considerarse una “septimana horribilis” para Cristina Cifuentes. Cabrá esperar para conocer las consecuencias políticas directas de este nuevo escándalo, y si este país, como en otros asuntos, actúa diferente al resto del mundo.