Confieso que he matado
by Maya_Takameru in
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28 by October by 2010
- He matado a un hombre.
Hay un banco, un hombre, una niña. La niña tiene un libro entre manos. El hombre, una confesión en los labios.
- He matado a un hombre.
Lo dice dos veces y no está seguro de si es para cerciorarse de que la niña le escucha o porque necesita repetírselo a sí mismo. Ha matado a un hombre y el mundo está un poco borroso desde entonces.
Se queda a la espera de una respuesta que no llega. La niña no parece inmutarse. Él ha matado a un hombre.
- A ti no te mataría.
Es una niña mona con el pelo recogido en dos trenzas y unas gafas que guardan un equilibrio precario en la punta de la nariz. Le calcula unos nueve años. Se le asoman unas rodillas peladas por debajo de la falda.
- No podría matarte, ¿sabes? Sólo he matado a un hombre. Creo que se lo merecía un poco. Si lo conocieras, pensarías lo mismo. Pero ya no puedes conocerle, claro.
La mira. Ella no aparta la mirada del frente. Tiene la impresión de que lleva diez minutos anclada en la misma página del libro. Puede que doce.
- Era un tipo bajo, barrigón. Tenía bigote y los dientes amarillos. Bastante feo. O no. Del montón, no sé.
Sigue hablando porque necesita hacerlo y sacárselo de dentro. La niña no ha salido huyendo y eso le parece suficiente.
- Tenía una vida normal. Muy aburrida. Monótona. Casa trabajo, trabajo casa. Y ya está. Ni siquiera tenía amigos.
Está completamente seguro de eso, pero no tiene muy claro el porqué. ¿Habría alguna razón en especial?
- Tampoco tenía mujer. Ni hijos. Su madre murió hace un par de años y no se llevaba bien con el padre. Tenían muchas diferencias, ya sabes. O igual es que eran demasiado parecidos.
Se pregunta qué es lo que mira la niña tan fijamente. Pestañea de cuando en cuando con rapidez, como si no quisiera perderse nada.
- ¿Te importa si fumo?
Decide tomarse la falta de respuesta como un no. Si le importase seguro que se quejaría. Otra cosa no, pero protestar lo hace todo el mundo. Incluso las niñas calladas de nueve años que miran a la nada con un libro abierto sobre las piernas.
Saca un paquete de tabaco y un mechero del bolsillo de la chaqueta, ambos sin estrenar. Le cuesta un poco abrir el paquete y otro poco encender un cigarrillo. La primera calada le sale bastante torpe. Tose varias veces hasta que consigue serenarse otra vez. Habla con voz ronca.
- Perdona, es que acabo de decidir que voy a empezar a fumar y... Bueno, ya ves que me falta práctica.
No tiene ánimos para una segunda calada ni valor para tirar el cigarro. Lo deja consumirse solo, a su aire. Se le acaba apagando. No está seguro de qué hacer con él.
- Se llamaba William. El hombre al que he matado, digo. William.
No sabe por qué, pero le resulta un poco duro pronunciar su nombre. Lo demás no, pero el nombre... Ah, el nombre no es tan sencillo.
- ¿Quieres saber por qué le he matado?
La niña sigue muda. Supone que en realidad sí que quiere saberlo, así que se lo dice.
- Lo he matado porque me aburría. Así de simple. Ese hombre, William, era sumamente aburrido. Y lo he matado.
Se pregunta si le parecerá un buen motivo. Seguramente no. Uno nunca encuentra un buen motivo para matar. A él en ese momento le pareció bien, eso de matarlo. Y simplemente lo mató.
- Es la primera vez que mato a un hombre, ¿vale? No pienses que estoy loco ni nada por el estilo. Tuve ganas de matarlo y lo maté.
No hubo más. Ni dudas ni vacilaciones ni nada. Quiso hacerlo y lo hizo. Y ya está.
- Fui rápido, no sufrió demasiado. A mí no me lo pareció, al menos. Hubiera sido cruel hacerle sufrir innecesariamente. ¿Para qué? Es mejor así.
Piensa que hace una bonita tarde. Es apacible. Tranquila. Tiene ganas de sonreír. Se siente bastante mejor después de haber hablado con ella.
- Muchas gracias por haberme escuchado. Espero que volvamos a vernos otro día.
Se despide con una sonrisa y se aleja de allí. Ahora que se fija, es un tipo bajo, barrigón. Se ha afeitado el bigote y tiene los dientes amarillos. Bastante feo. O no. Del montón, no sé. Parece feliz. Hoy empieza su nueva vida.
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