Profesores
by PORRETAS in
Personal
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7 by June by 2018
Si quieres tocarle las narices a un profesor, no hay nada mejor que sacar a colación sus “tres meses de vacaciones”. No hace falta ni siquiera añadir el clásico “¡qué bien vivís!” o la coletilla “y luego os quejáis”. Con eso suele ser más que suficiente para echar sal a una herida mucho más profunda, la del progresivo desprestigio de los profesores que tiene en esta apelación a su supuesta vaguería una de sus expresiones más extendidas. Tanto, que Esperanza Aguirre, en su día, ya recordó a los profesores ante sus reivindicaciones salariales que “la mayoría de madrileños trabajan más de 20 horas”, dando a entender que la jornada semanal de los docentes era de 16.
Parece una tendencia global. En Argentina, Cristina Fernández de Kirchner también se refirió a “las jornadas laborales de cuatro horas y tres meses de vacaciones”. El vídeo bien puede ser utilizado como tortura para los docentes aplicado como el Tratamiento Ludovico de 'La naranja mecánica'. Como cualquiera de ellos explicaría, se trata del error de confundir la jornada lectiva en la que dan clase a los alumnos con la jornada laboral completa (que es de 37,5 horas). De igual manera que nadie diría que un abogado solo trabaja las horas que pasa en un tribunal, los profesores dedican el resto de su jornada a otras actividades, desde recibir a padres hasta corregir exámenes, pasando por claustros o guardias.
Si hiciéramos una huelga de celo y solo trabajáramos lo que nos corresponde, no habría exámenes corregidos ni notas puestas
“Que a mí me expliquen donde están los tres meses, porque a mí no me salen las cuentas”, matiza otra profesora cuando saco a la palestra esta argumentación. Supongo, respondo, que es la suma de los dos meses estivales con Navidad y Semana Santa. Pero julio no es un mes vacacional, aunque no haya clases. Como me recuerda otro profesor de la pública, Luis, tienen que estar disponibles todo el mes (“para temas de actas, oposiciones, reclamaciones, recursos…”) y personarse en un plazo máximo de 48 horas. Y eso sin tener en cuenta los que son despedidos en verano y cobran paro esos dos meses, algo habitual en la privada. El profesor propone darle la vuelta a la tortilla: “Si hiciéramos una huelga de celo y solo trabajáramos lo que nos corresponde, no habría exámenes corregidos, ni notas puestas, ni alumnos evaluados”. Es, además, una manera de compensar el hecho de que los profesores cobren como funcionarios del grupo A menos que otros compañeros de similar categoría, como me recuerda Elías, otro profesor.
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