¡Post de fin de año!

Ya que mañana voy a terminar el año como lo empecé, haciendo lo que más me gusta...trabajar. Es decir, actuar.
Y eso ha sido lo mejor de este año. Que al final, siempre que puedo pedir un deseo, pido cosas de trabajo. Y así me ha ido este 2018. Genial en lo laboral. Terrible en muchas otras cosas. Porque ha sido un año muy difícil, de caerse mil veces y volver a tropezarse en lo que te levantas. De estar como hacía mucho tiempo que no estaba.

Pero también ha tenido muchas cosas maravillosas.
Pasó Molly, el personaje que más he amado de todos los que he hecho en mi vida, que me reconectó con elementos que hacen falta. Viajé a Luxemburgo con Julio Armesto y a mi tierra, Escocia, conmigo misma. Mi hogar. Mi lugar. Luego el mundo se derrumbó un poco, pero seguía de gira con dos de mis personas favoritas del mundo, Carlo Felice y Roberto Carreton Jimenez jugando a ser la bella durmiente atacada por pajaritos asesinos, y el combo Ginebra-Morgana, a jugar con espadas sin parar. Me fui de boda por primera vez en mi vida adulta, las de Pablo MacTémur y Mel Rib y Lorena AgZa y Alberto Martín Calle. En verano trabajé en un campamento de cine, hice anuncios, más infantiles, fui a Londres con Elena Ballesteros y vi HAMILTON, Book of Mormon y Kinky Boots. También al Leyendas del rock, que hacía mucho que no me veía con el sr. Nygard y no puede ser, que me pide el divorcio. Después del verano, tocó jugar a hacer armonías con Carla en In the Heights, y viajar a Barna para conocer a Gretel y Jenny, así como a un grupito de personas maravillosas (Jaime Rodrigo García Cámara Pedro Sanna Toivanen Jan Alexander Romero Olivé y Marc Molins) para las aventuras teatreras de este año.

También he seguido con doña Julia/ sarita en Casa Rural La Quinta de Melque, he escrito una obra de teatro que va a salir adelante, dado clases, hecho de modelo muchas veces, visto mucho teatro, arte, exposiciones, pintado, escrito, diseñado. Me he perdido en la naturaleza, en la ciudad y en mí misma y he salido de una forma u otra. Así que aunque haya sido a rastras... ¡he sobrevivido!

¡Adiós, 2018!