Época tuenti

Tuenti cerró definitivamente como red social en agosto de 2017. Quien no descargó antes de ese día sus fotos las perdió para siempre y con ellas perdió un trocito de adolescencia y un pedazo de realidad. Porque En Tuenti no parecíamos, como en Instagram. En Tuenti éramos. Tuenti no tenía filtros en ningún sentido. Era costumbrismo puro y todavía no le temíamos a la huella digital. De hecho es que todavía no sabíamos qué hostias era eso de la huella digital, así que subíamos fotos bebiendo, fotos fumando, fotos bebiendo y fumando y fotos bebiendo y fumando en los bares porque aún se podía fumar en los bares.

Éramos muy jóvenes y vestíamos muy raro. Llevábamos leggins y manoletinas y gorras trucker. Salíamos siempre de fiesta con una cámara digital que generalmente solo poseía un miembro de nuestro grupo de colegas, que la mañana siguiente a la noche de farra recibía mensajes privados metiéndole prisa para pasar las fotos al ordenador y subirlas. Porque en tiempos de Tuenti había que pasar las fotos al ordenador para subirlas, previa edición de Picasa si eras ya muy pro.

Nos hacíamos fotos en grupo todo el rato, muchas veces de botellón. Aún había, en nuestras redes sociales y en nuestras vidas, cabida para algo, para alguien más que para nosotros mismos. En algún momento dejamos de hacernos fotos en los botellones e incluso dejamos de irnos de botellón. Dejamos de hacernos fotos en grupo y de hecho el grupo empezó a ser cada vez más pequeño.

Empezamos también a creer que no solo teníamos que tener una opinión sobre todo sino que teníamos que hacérsela saber a todos mediante las redes sociales. Que los fotogramas de películas, los memes y las canciones que todo el mundo pone estaban más guapos que los collages del Picassa que también poníamos todos pero en los que joder, al menos salían nuestros colegas. Y nos olvidamos de que un día las redes sociales fueron, como las ciudades, hechas para hacernos sentirnos parte de algo. Para fundirnos con la masa en lugar de para intentar, todo el rato y sin éxito ninguno, claro, alejarnos de ella. Nos olvidamos de que hace no tanto no nos pensábamos todo el rato tan especiales sino que aceptábamos y celebrábamos ser iguales.

por VICE España