Lorenzo Caprile (modista): «Soy una persona con una vida muy austera, por elección y por educación»
by alveo in
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23 by February by 2020
Lorenzo Caprile es madrileño y tiene 52 años. Es uno de los modistas más reconocidos y lleva cerca de tres décadas al frente de un taller artesanal ubicado en el barrio de Salamanca. Antes de dedicarse a la moda, eso sí, se licenció en Lengua y Literatura en Italia, tierra de sus ancestros. «Que fumo muchísimo», responde cuando se le pregunta por algún vicio confesable.
¿Se metió a juez de Maestros de la costura porque tiene completo de Señorito Rottenmeier?
¡No! Me metí porque se lo había prometido a la productora, Macarena Rey, y a mí me gusta cumplir mi palabra.
Vistió de novia a Cristina de Borbón y de gala a la actual reina. ¿A qué altura se le colocó el ego cuando recibió esos encargos?
Con doña Cristina sí que me puse un poco tonto, porque era muy jovencito. Con los encargos de doña Letizia, ya no.
¿Sigue teniendo fama de borde en el mundo de las novias?
Sí, claro. Y muy orgulloso que estoy de ello además. Si no, no hubiera durado treinta años…
¿Por qué se empeñan las novias en vestir de blanco, con lo poco que les suele favorecer?
Sí, el blanco es uno de los colores más difíciles. Pero es una tradición mundial que arrancó en el siglo XIX y se mantiene.
«Mis padres no me dejaban salir de casa en zapatillas». ¿Qué otras cosas le tenían prohibidas siendo un chaval?
No nos dejaban comer pipas en casa y la Coca-Cola estaba prohibida.
¿Se sigue considerando un solterón empedernido?
¡Sí, sí!
¿Recuerda la última vez que tuvo una aventura erótico-festiva?
Me acuerdo, pero no te lo pienso decir a ti.
Tiene una Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. ¿La usa para presumir delante de amigas y conocidas?
No. Si te digo la verdad, no sé ni dónde está…
Presume de dominar los bordados y los volúmenes. ¿Algo que se le dé como el culo?
En el taller tienes que ser bastante versátil, en el sentido literal de la palabra (¡no le busques cosquillas!). Pero el mundo de las gasas es algo que me cuesta trabajar. No es mi material preferido.
Escuché que no gasta mucho en libros, porque los suele comprar en el Rastro…
¡En el Rastro no! Compro muchos en tiendas de segunda mano. Luego me mandan también muchos de editoriales. Y robo muchos libros cuando voy a la radio o a que me entreviste el ABC de turno.
¿Para qué otras cosas es usted de la hermandad del puño cerrado?
Soy una persona con una vida austera, por elección y por educación. No necesito tener el cochazo, ni el superbarco, ni el dúplex maravilloso. Creo que soy muy generoso con mis amigos, mis empleados y mi clientela. Si hubiera sido del puño cerrado, a estas alturas tendría la vida mucho más resuelta.
Será muy austero, pero lleva diez años viviendo en un hotel. ¿No es demasiado comodón?
¡Muchísimo!
¿En casa tampoco se hacía la cama?
Cuando era pequeño, sí. Somos siete hermanos y hemos tenido una educación muy nacional-católica en ese sentido. Y cuando vivía solo claro que me la hacía. Pero ahora no.
¿Qué pesticida recomienda para combatir la plaga de ‘desfilitis’ que asola el país?
Yo recomiendo mucho sentido común, bajar a la Tierra, dominar los egos y hacer cuatro cuentas para ver si todo lo que estás invirtiendo en ese desfile luego va a tener un retorno real.
¿Dónde se retiraría si un día le da por cerrar el chiringuito y perderse?
En algún pueblo o ciudad pequeña. No voy a envejecer en Madrid, eso lo tengo clarísimo.